Cómo curar el dolor del alma y transferirlo a un campo de luz constante. La vida y el dolor. Un instante apenas que pasa a través de ambas y las divide por completo.

Es difícil hablar del dolor cuando lo sentimos en la carne, en el alma, en cada parte de nuestro cuerpo. En las venas, en la memoria y em el corazón latiendo frío.

Los que hemos atravesado el devastador camino de la pérdida, de la tragedia irremediable. Sabemos lo que nos cuesta salir de esa emoción tan perturbadora para hacerle frente a días nuevos. Generar ideas que nos ayuden a transitar el mismo espacio. Sin tener de nuestro lado ese incentivo que ya no ha de volver.

Sin insistir sobre las formas del dolor en sí, puesto que, cada uno entiende y sobrevive a él de la manera en que puede y le sea permitido por su enfoque de la vida en sí misma.

Cómo curar el dolor del alma

Cómo curar el dolor del alma: Resilencia

Sin embargo, existen maneras de volver o transformar ese dolor en una luz intensa. Que no sólo ilumine nuestro paso, sino, el de todo aquél que se encuentre o no, en un momento crítico.

Hemos oído entonces, hablar de la “resiliencia”: En psicología. Capacidad que tiene una persona para superar circunstancias traumáticas como la muerte de un ser querido, un accidente, etc.

Pero…¿cómo poder lograrlo?, ¿cómo superar una circunstancia que no tiene explicación humana, ante la desesperación de la pérdida?

Si bien, nunca se pueden superar algunas devastaciones de la vida, podemos ser parte de una nueva etapa de alguien más. Podemos ser una palabra cálida, para quien transita un desenlace fatal o para quién no encuentra un porqué para su propia existencia.

Cómo curar el dolor del alma: Pasos

Separar

En un primer lugar. Debemos situarnos en lo que nos pasa a nosotros mismos y separar lo que han hecho por nosotros en ese momento de dolor, y lo que hubiésemos necesitado que hicieran.

Separando estas dos instancias, logramos entender, que somos diferentes. Sufrimos diferente, sentimos diferente, nos duele diferente. Y ayudamos diferente.

Esto significa que, si nos han dejado solos en el peor momento de nuestra vida, no tenemos porqué hacer lo mismo con otros.

El sentir rabia, nos vuelve resentidos. Y el resentimiento, nos transforma de a poco en ermitaños, solitarios, capaces de ser crueles con quienes padezcan nuestro mismo dolor.

Soltar

La importancia de dejar atrás a quienes nos han dañado no entendiendo nuestro sufrir. Perdonando su accionar, independientemente de seguir en contacto o no con esas personas, nos posiciona en un lugar más apacible para el tránsito del dolor.

Sin rencor. El corazón comienza a depurar su angustia. Va dejando fluir el sentimiento del amor verdadero y da paso a un nuevo pensamiento, el de tener presente el ‘antes de’.

Para explicarlo mejor, cuando liberamos nuestro interior de sentimiento negativos, malos pensamientos y sed de venganza. Nos concentramos sólo en el amor que vivimos antes de lo que nos ha dejado en línea directa con el dolor.

Visualizamos más nítidamente el tiempo transcurrido, evidenciando los momentos de felicidad plena que hemos tenido con quienes tenemos en el recuerdo. O bien, cómo nos sentíamos antes de una tragedia.

Esto nos aporta alivio, al saber que no todo fue triste. Que hemos amado, sostenido momentos alegres en el tiempo, que hemos llenado nuestros días de plenitud y amor extremos.

Luego, al visualizarnos en el tiempo presente, podemos quedarnos con esa sensación de felicidad y alegría. Recordando lo bien que nos sentíamos ayer y haciendo un Déjà vu para volver a concentrarnos en lo agradable de estar para alguien más.

Al pasar los días, los recuerdos, las anécdotas que contamos una y otra vez, podemos sentir que ese momento no ha quedado en el pasado, que podemos revivirlo hoy las veces que queramos.

No se trata de quedarse varado en el tiempo, ni vivir de lo ya vivido, sino, de entender, que si hemos logrado momento de maravillosa existencia, podemos lograrlo de nuevo hoy.

Porque tenemos el amor dentro nuestro, lo que nos posibilita amar, y por ende, recibir ese amor y trasladarlo a más momentos del presente y futuro.

Transformarnos

Por último, transformarnos en seres de luz, para iluminar a quienes estén en un túnel ahora, dándonos a ellos, mostrándonos en corazón y alma, para que puedan aferrarse a una esperanza y logren salir de su oscuridad también.

Aprender a dar, entregarse tal cuál se es, tolerando los estados de ánimo de quién pasa una situación especial. Regalando un abrazo, un beso cálido, un silencio en el llanto.

Siendo humanos, siendo amables y respetuosos de las circunstancias ajenas, si juzgar lo que no se sabe, sin lacerar aún más las almas. Siendo luces en el camino, alumbrando y dando calor al mismo tiempo, es la mejor manera de hacer que el dolor, se apacigue con una sonrisa del otro lado. Ayudándolos a entender cómo curar el dolor del alma

Quizá, en otra ocasión, tengamos que alumbrarnos nuevamente con alguna luz de alguna esquina, de otra casa o del cielo mismo.