El poder llorar, es un privilegio de la raza humana únicamente. Es exclusivamente nuestro. Si bien otras especies de mamíferos se las arreglan bastante bien para demostrar sus sentimientos, ninguna posee la capacidad de llorar para hacerlo.

¿Por qué lloramos en realidad?

Lo hacemos por un solo motivo: una emoción fuerte. Esta puede ser alegre o triste, pero debe de ser fuerte, debe tener una gran carga emocional.

Es cierto que es más fácil llorar por tristeza que por alegría, ya que para provocar el llanto se necesita emotividad, algo que nos mueva por dentro, que toque eso que nos hace sentir emocionalmente abiertos.

Mucha gente piensa que el llanto es una muestra de debilidad, sobre todo en los hombres. Cuando se dice que los hombres no lloran, en realidad es un intento de hacer parecer al hombre menos débil. Lo que la gente no sabe, es que llorar hace al hombre, y a cualquiera, más fuerte en realidad.

Beneficios

Cuando lloramos, el cuerpo libera tensión, esa tensión que sentíamos como angustia. Por eso luego de llorar nos sentimos así de bien, así de relajados. Porque ya no cargamos con ese peso emocional. El llanto ayuda a superar los problemas y a veces llorar un solo día no es suficiente, quizás la tristeza de, por ejemplo, la pérdida de un ser amado se extienda por días y hasta semanas. Pero si lloramos cada vez que lo sentimos sin contenernos, probablemente superemos antes la pena.

El llanto es el primer paso para estar mejor. Reprimirlo es querer seguir mal, angustiado, afligido. El reprimir los sentimientos es sumamente nocivo para la salud mental y hasta física. Produce stress, ansiedad y depresión. Nos hace aislar, alejar de amigos y familiares.

Es tan emocional el llanto que, cuando dos personas lloran juntas, sus vínculos se fortalecen, llegan a comprenderse mejor.

Situaciones que generan momentos para llorar

Otro de los sentimientos negativos que provoca el llanto es la impotencia. Es la sensación de no poder actuar o solucionar un problema que se nos presenta. De tener que mirar, porque no se puede hacer nada. Ese sentimiento tan desesperante, muchas veces provoca que lloremos. En este caso el llanto es casi obligatorio, ya que reprimirlo causaría que toda esa impotencia compuesta por dolor, enojo y desesperación, se quede dentro nuestro lastimándonos.

Aquel que llora frente a otros, es una persona segura de sí misma, que no tiene miedo a mostrar su lado humano. A que lo vean y piensen que es débil, porque sabe perfectamente que no lo es.

Lloramos también cuando vemos u oímos una situación triste, nos ponemos en el lugar de aquel que sufre. Un animal siendo maltratado, niños en situación de pobreza, familias devastadas por desastres naturales o una guerra. Son situaciones que nos recuerdan que no somos de metal, somos de carne y hueso, somos humanos y sentimos. Y sentir está bien.

Aunque el llanto no es exclusivo de lo triste o negativo. Una situación sumamente feliz también nos hace llorar. El nacimiento de un nuevo integrante de la familia, una meta muy importante cumplida, la recuperación de una enfermedad grave y hasta un fuerte alivio. Incluso hay gente que llora cuando termina de rendir exámenes o un gran proyecto en el trabajo. La única diferencia, es que este llanto es aceptado, valorado y no crea prejuicios. Cualquiera, hasta el ser humano más duro puede llorar de felicidad y jamás lo tildarán de débil.

Cuando éramos niños, llorábamos mucho más seguido, pues estábamos más en contacto con nuestras emociones y no estábamos marcados con estereotipo ni prejuicios. Lloramos también de alegría, cuando papá o mamá nos regalaban nuestra primera mascota. Cuando a pesar de nuestra corta edad, entendíamos que terminábamos el jardín y comenzábamos la escuela. Los niños no son débiles por llorar. Los grandes tampoco lo somos.

Definición

El llanto es una liberación, es la máxima expresión de nuestros sentimientos. Y pongámonos a pensar ¿qué sería de nosotros si reprimiésemos nuestros sentimientos? ¿Querrían vivir en un mundo sin gente que demuestre sus emociones? ¿Cómo sería no poder llorar la pérdida de un familiar, o el nacimiento de un hijo? Miraríamos todo con indiferencia, seriamos crueles, fríos. De mármol ante el dolor y el sufrimiento ajeno, y distantes ante los momentos alegres.

Por eso es bueno llorar de vez en cuando. Quizás, no de vez en cuando, sino cuando sea necesario, cuando el cuerpo así lo pida. Cuando así lo sintamos.

llorar

Llorar es sinónimo de sentir. Y todos debemos sentir .