Sabemos que muchos hombres hacen lo imposible a la hora de “levantarse” a una mujer. Incluso, en una inspección más detallada, muchas mujeres también se esfuerzan (a veces demasiado) en conseguir un buen partido.

mujer

Pero ¿Qué pasa cuando un caballero no es tan interesante?. Una fácil solución a esa demanda: ¡academias de levante!

Aunque parezca mentira, si existen. Una academia pionera en Argentina, Levantart, asegura que el antiguo arte de la seducción no es una habilidad innata sino que puede ser aprendida y perfeccionada con la ayuda de seminarios realizados por expertos en la materia. Afirman que muchos hombres han logrado conseguir a la Angelina Jolie de sus sueños aplicando la metodología que ellos proponen.

Según sus creadores, no existe una frase milagrosa que nos hagan caer a sus pies, pero deja bien en claro que hay que evitar hacer lo que la media masculina realiza a la hora de cortejar una dama.

¿Que nos gusta que un hombre haga para seducirnos?

Me imagino un pavo real o un palomón de la calle persiguiendo a la pobre paloma que corre sin rumbo queriendo escapar. Muchos hombres optan por este tipo de persecuta un tanto deprimente, de la cual me intriga saber de su vigencia y efectividad. ¿Existe aún un público femenino consumidor de los “Hola linda, ¿te invito un trago?” u “Hola, que linda que sos, ¿te lo dijeron?”

Podría abrirse un largo debate de “Lo que las mujeres quieren”, pero éste no tendría fin. Nosotras, todas, somos diferentes y buscamos hombres diferentes. No necesitamos un manual, necesitamos un hombre que nos aporte lo que buscamos, ya sea una relación seria, una casual, etc. Por mi parte, podría venir un séquito de Brad Pitts con Ferraris que si no tienen un tema interesante de conversación la líbido se reducirá al tamaño de un cotonete. Pero otras mujeres buscan que sean atractivos, en lo posible con Platinum en mano, y está perfecto también.

Ahora bien, podría resultar halagador que un hombre se tome el trabajo de perfeccionarse para lograr conquistar a una mujer, o bien nos podríamos sentir cosificadas, como si fuésemos una medalla de las Olimpíadas en donde el deportista se entrena para ganarnos.

¿Ustedes que opinan?