A continuación les voy a narrar una historia que me sirvió mucho para aprender cómo ser una mamá feliz.

Cuando mi hijo Simón tenía 5 años juntaba figuritas del Hombre Araña. Cada domingo íbamos al Parque Rivadavia en el largo auto rojo a cambiar las repetidas y a buscar las que faltaban. Llevábamos un minucioso detalle de los números que queríamos encontrar. Armábamos equipo: Nos repartíamos la pila de figuritas para que entre los tres, Mamá, Papá y Simón; trabajáramos para conseguir las preciadas y difíciles.

Con Víctor descubrimos en una pila la 108: la figurita que necesitábamos para completar el álbum. Nos miramos y compartimos la complicidad de dejarle a él la pila para que la encuentre y así dejar que se sorprenda y festeje como loco su hallazgo. ¡Y así fue! Una fiesta por tener la 108, La figu, La última: ¡El álbum completo!.

Me pregunto cuánto pude aprender de esta experiencia. Creo que la enseñanza magistral de correrme a un lado, de estar atenta, presente y amorosa, pero sin hacer por mi hijo lo que él puede hacer por sí mismo, sin querer llevarme los honores de ser quien provee todo, y ante todo, contar con el apoyo incondicional y la visión hermosa de ser papás que cuidamos…pero también soltamos. De saber que no estoy sola, que hay un compañero que va codo a codo tomando decisiones conmigo.

Mamá feliz: Ser madre

Ser mamá es una decisión para toda la vida. Una vez que lo sos ya no lo dejas de serlo nunca. Distinto es si sos morocha, porque podes teñirte, si sos impuntual, porque podes cambiar tus hábitos, o si sos intolerante, porque podes proponerte ser compasiva con las situaciones. Ser mamá es fundante, y constituye tu identidad.

mamá feliz

Por eso no alcanza con el título, es necesaria la acción que lo haga visible cada día, que dé cuenta de qué mamá estas siendo, de cuál es tu forma de cuidar, de poner límites, de acompañar, de enojarte, de pedir, de ofrecer, de escuchar.

Todas tenemos algunos referentes de mujeres en la familia, nuestras madres, tías, abuelas. Seguramente habrá muchas cuestiones culturales y familiares, creencias arraigadas acerca de qué hace o qué no hace una buena mamá. Por ejemplo, una buena mamá nunca se queda dormida cuando es hora de ir al colegio, una mamá nunca se olvida de las listas para ir a la colonia, una mamá siempre tiene puesto el ojo en que nadie lastime a su hijo, una mamá no puede no abrazar a su hijo al menos una vez al día. Y otras tantas.

Te invito a revisar ¿cuáles son esas creencias que tenes acerca de cómo es ser una buena mamá? Y… ¿ como puedes ser una mamá feliz ? ¿cuánto de eso tiene hoy que ver con vos?.

Creencias

Recuerdo cuando empecé a estudiar de noche a los 48 años. Yo decía: “una mamá no sale de noche y se va de la cena familiar”. Pero eso me cerraba la oportunidad de crecimiento que también necesitaba. Entonces cambié mi creencia por “una mamá puede estudiar y seguir siendo buena”. Simplemente no iba a estar una noche en la cena.

Revisar las creencias y redefinirlas por nuevas que tengan más valor para tu vida hoy es una manera de elegir tu propia identidad que y, de allí en más, tu imagen sea acorde a aquello que elijas para vos.

¿Qué mamá querés ser?
¿Cuáles son tus valores hoy?
¿Cuáles son tus prioridades?
¿Qué conversaciones necesitas entablar para que sea posible?

Las perfecciones no son buenas. Esa una frase clásica de mi madre. Hoy se la agradezco. No soy una mamá perfecta. Soy sensible y comprometida con aprender día a día a mejorar, a negociar con mis intereses y mis inquietudes el día a día, a tener la mirada puesta en ofrecer lo mejor sabiendo que puedo equivocarme, y puedo volver a empezar. Cambiar algo es simplemente una decisión. El enojo, el miedo, la culpa, la vergüenza, son emociones poderosas que nos revelan información acerca de qué nos pasa. Cuanto más te escuches y conozcas, mejor vas a poder encontrar tu propia identidad como mamá. Y vivirla consecuentemente, en apertura y alegría.

Experiencia personal

Durante años me dediqué a los grupos de juego con mamás y bebés para acompañar de cerca ese momento único del primer año de vida, donde se estrecha el vínculo de mamá-hijo y hay todo por aprender. Y siempre celebro haber tenido la oportunidad de mostrar jugando, que podemos ser mamas brillantes si nos corremos de la perfección, nos conectamos con la humildad y la maravilla de aprender día a día. De poder mirar a los ojos a nuestros hijos sabiendo que estamos dando lo mejor y que ese mejor puede cambiar a cada momento. Nada es definitivo, salvo ser mamá. El resto es una construcción cotidiana plena de preguntas, decisiones, y aprendizajes desde el amor.

Soy coach y tengo alma de coach, por eso creo que las preguntas siempre abren posibilidades para cambiar. Por eso dejo algunas para que sean semillas de tu propio cambio y las hagas crecer en el camino que elijas.

¿Qué mamá querés ser?

¿Cuales acciones requiere de vos?

¿Qué creencias viejas querés soltar?

¿Cual mundo nuevo querés crear para vos, y tu familia? ¿ Quieres ser una mamá feliz ?

Vos sos la creadora y artista de tu propia vida.

¡Adelante con todo! Ser mamá feliz es renovador, y revelador de lo infinito que vive en ti. Conectate con la abundancia de todo tu potencial y ¡sé feliz!!.