La hipocondría o hipocondriasis es una enfermedad por la que el paciente cree —de forma infundada— que padece alguna enfermedad grave. El origen del término hace referencia a una región anatómica, el hipocondrio, situada bajo las costillas y el apófisis xifoides (la punta) del esternón, donde, se creía que se acumulaban los vapores causantes de este mal. La hipocondría es, en esencia, una actitud que el individuo adopta ante la enfermedad.

La hipocondría

Síntomas

Las personas con el trastorno de ansiedad por enfermedad son incapaces de controlar sus miedos y preocupaciones. Con frecuencia, creen que cualquier síntoma o sensación es un signo de una enfermedad seria.

Ellos buscan el consuelo de la familia, los amigos o proveedores de atención médica de manera regular. Se sienten bien a lo sumo durante un tiempo corto y luego empiezan a preocuparse por los mismos síntomas o por síntomas nuevos.

Los síntomas pueden alternar y cambiar y con frecuencia son vagos. Las personas con este trastorno a menudo examinan su propio cuerpo.

Algunas pueden reconocer que el temor de tener una enfermedad grave es irracional o infundado.

El trastorno de ansiedad por enfermedad es diferente del trastorno de síntomas somáticos. Con este último, la persona tiene dolor u otros síntomas físicos, pero no se encuentra la causa médica.

Causas

Eventos traumáticos, acontecimientos que la persona haya vivido en cierta etapa de la vida por ejemplo abandono, abuso y maltrato pueden desencadenar este trastorno.

Sin embargo, también es un trastorno que puede desencadenarse por ciertos hábitos. Por ejemplo, padres demasiado protectores con los hijos, ya que no les permiten que se ensucien, que toquen y que así desarrollen defensas, pueden contribuir a desarrollar estos miedos que se pueden convertir en una hipocondría.

Diagnóstico

Conviene diferenciar claramente lo que es un paciente aprensivo de un paciente hipocondríaco; de ahí la importancia de que un especialista, el psiquiatra, evalúe al posible paciente hipocondríaco y compruebe que éste cumple todos los criterios necesarios para poder ser realmente catalogado como tal.

Una persona que ante la muerte reciente de un familiar por un cáncer teme poder padecerlo durante dos o tres meses sin que eso limite sobremanera su vida diaria no es un paciente hipocondríaco. Sin embargo, si una persona está convencida de que, sin ningún tipo de antecedente, puede tener un cáncer basándose en lo que siente y no se convence pese a que las pruebas a las que se somete son concluyentemente negativas, y sigue preocupado y asustado durante más de seis meses, es probable que dicha persona padezca de hipocondría.

Consecuencias

Lo pueden tener muchos problemas físicos y sociales. El excesivo consumo de fármacos puede tener consecuencias serias en su salud. Por aparte, son individuos que tienden a aislarse por sus mismos temores; o bien, que las personas cercanas se cansan de lidiar con ellos y se alejan, por lo que sus habilidades sociales se ven afectadas.

Tratamiento

El tratamiento del paciente hipocondríaco no es fácil. Una vez realizada una adecuada evaluación médica de la sintomatología del paciente (que en el caso de personas mayores ha de ser especialmente cuidadosa, dada la frecuencia de presentación atípica de enfermedades, comorbilidades y efectos secundarios de fármacos), y una vez descartado de forma razonable el origen físico de la misma, es prioritario establecer una alianza con el paciente que debe incluir una doble perspectiva. Por un lado, el paciente se debe sentir atendido y comprendido. El paciente no se “imagina” los síntomas, ni su sufrimiento.

Son reales, los padece. Que no se encuentren causas físicas que los expliquen no justifica actitudes de “usted no tiene nada”. La incomprensión de médicos y familiares no hace más que agravar el sufrimiento del paciente. Por otro lado, debemos pactar con el paciente que el origen de su malestar no deriva de una enfermedad física, sino de un trastorno psicológico y que en su abordaje se deberán centrar todos los esfuerzos.

 El papel de los familiares es crucial. Los fármacos pueden ayudar en ocasiones, sobre todo en el control de la ansiedad, depresión o conductas obsesivas concomitantes. Se utilizan diferentes técnicas de intervención, incluidas las de relajación, activación física y rehabilitación, cognitivo-conductuales (evitar acudir a médicos y urgencias, tolerar sensaciones, manejar el miedo a la enfermedad), etcétera.

Personajes de la historia hipocondriacos

Se sabe que varios personajes famosos, como el formulador de la Teoría de la Evolución, Charles Darwin. El escritor francés Marcel Proust y el dictador alemán Adolf Hitler tuvieron hipocondría.

Adolf Hitler

Varios afirman que Hitler era un hipocondríaco que consumía regularmente varios fármacos (incluyendo tranquilizantes, morfina y metanfetamina) para poder mantenerse «sereno». Para llegar a esta conclusión, los investigadores afirman haber tenido acceso a documentos clasificados del líder nazi. Tales como varias cartas enviadas a su médico personal, Theodore Morell, en los que se afirma que el Führer era adicto a múltiples drogas y medicinas.

Llego a usar sanguijuelas para evitar el estrés. Como este sistema no funcionaba, el médico le dio finalmente un medicamento utilizado por los veterinarios para dormir animales. Dicho medico inyecto en varias ocasiones a Hitler extracto de semen de toro para que le diera un «impulso de testosterona» cuando se encontraba junto a Eva Braun. Tampoco faltaba en su armario de medicinas el Pervitin, un derivado de la metanfetamina que inyectaba regularmente al Führer.

Charles Darwin

Desde un punto de vista clínico, quizás Darwin sufrió de más de una enfermedad, y tenía muchas complicaciones psicosomáticas y fobias se derivan de su condición debilitante. Esto se conoce a pasar con muchos pacientes hoy en día, como en los casos graves de trastorno de pánico, por lo general acompañada de la hipocondría y la depresión.

Por más de cuarenta años Darwin sufrió intermitentemente desde varias combinaciones de síntomas tales como: malestar, vértigo, mareos, musculares espasmos y temblores. Vómitos , calambres y cólicos , distensión abdominal y nocturna gases intestinales , dolores de cabeza , alteraciones de la visión.

Severa fatiga , agotamiento nervioso, disnea , la piel problemas como ampollas en todo el cuero cabelludo y el eczema. Llanto , ansiedad , sensación de muerte inminente y pérdida del conocimiento. Desmayos , taquicardia , insomnio , tinnitus , y la depresión.