Dos de las grandes epidemias de la sociedad actual. Tanto la obesidad como la depresión son dos enfermedades que causan estragos en la autoestima y la vida cotidiana de las personas que las padecen. Ambas van de la mano. Una puede ocasionar la otra. Cuando no nos encontramos conformes con nuestro cuerpo el mal estar puede invadirnos y hacernos perder confianza en nosotros mismos hasta sumergirnos en un pozo del cual no podemos salir solos, pero sí con ayuda de profesionales.

En muchos casos, la inseguridad e insatisfacción nos lleva a descargar nuestro dolor ingiriendo comida. El famoso ahogar las penas comiendo. Este es un grave error. Los alimentos podrán brindarnos nutrientes y felicidad momentánea pero no solucionan nuestros problemas y no nos aportan seguridad.

Un estudio publicado por la revista Molecular Psychiatry señaló que la depresión modifica el efecto del «gen de la obesidad» sobre el índice de masa corporal de un individuo. Es decir, las personas con depresión tienen más posibilidades de padecer sobrepeso.

Según las estadísticas los casos de obesidad y depresión se ven empeorados por las diferentes enfermedades derivadas de la obesidad, como la hipertensión o la diabetes o por las que son consecuencias de la depresión, como el insomnio o los dolores musculares.

Terapia cognitiva:

Se considera que la terapia cognitiva es el tratamiento más efectivo para solucionar los trastornos alimentarios, conseguir hábitos alimentarios saludables, impedir esa relación de dependencia de la comida y considerar la necesidad de una vida más sana. Además, ayudará a superar la depresión, aprendiendo a aceptar el propio cuerpo, ganar autoestima y conseguir la reactivación de la vida social.

Tips diarios cuando detectamos los primeros síntomas:

-Tratar de tener una vida saludable. Comer sano y rico. Cocinar. La comida casera será de gran ayuda.

-Tener claro que podemos ser felices y trabajar para ello realizando actividades que nos llenen y mantengan ocupados.

-Usar nuestro tiempo libre para mantenernos activos. No caer en el sedentarismo. Nuestra cabeza pude ser nuestra peor enemiga.

-Rodearnos de amigos y familia.

-Salir a la vida. Enfrentarla. Tomar el toro por las astas. Huyendo no se solucionan los inconvenientes.

Internet es enemiga

Los amigos virtuales pueden jugarnos una mala pasada, ya que una vez que se paga la computadora muchas veces nos encontramos solos, sin compañía. Es vital tener vida social, salir al mundo, relacionarnos con personas de carne y hueso, que sean tangibles. Cuanto más nos encerramos peor nos hace.

Es muy importante destacar que para poder recuperarnos debemos consultar con especialistas que nos ayudaran. El primer paso es aceptar que estamos enfermos si padecemos de obesidad o depresión.

Sin embargo, la solución no está a la vuelta de la esquina, se la obtiene a largo plazo con esfuerzo y determinación. Aunque los primeros resultados se empezaran a notar en los primeros meses de tratamiento, es un trabajo que toma años y debe mantenerse a lo largo de la vida.

Es habitual que la mitad de las personas abandonen el tratamiento antes de los seis meses que recomiendan los expertos, lo que deriva en recaídas y aumento de las posibilidades de que el trastorno se vuelva crónico.

Pero podemos lograrlo si fijamos nuestras metas y vamos por ellas día a día.