Acontinuación te presentamos las más terrorificas leyendas urbanas de Argentinas…Siguenos leyendo.

La muñeca parlante de San Carlos

En el Valle de Uco mendocino, no solo podemos deleitarnos con las maravillas naturales. También podemos asustarnos con esta muñeca que habla.

Cuenta la historia que, hace algunos años, una mujer de unos 60 años. Dedicada a embalsamar y coleccionar animales, recogió una muñeca en un contenedor de la basura. Se vio atraída por la belleza del juguete, ya que era rubia, ojos celestes y de cara angelical. La llevó a su casa y la dejó reposada junto a zorros y vizcachas secos, que miraban fijamente, embalsamados.

Pero el rostro de la muñeca comenzó a cambiar o, al menos, se comenzó a percibir de otra manera. La cara angelical y bondadosa cambió. Pasó a tener aspectos macabros y hasta surgió un corte en el cachete, como si alguien le hubiera pegado con algo. Pero la situación se volvía más rara cuando se le daba “play” al botón que tenía en su espalda: “Hola, me llamo Sandrita, Fiorela, Paola. Tengo 5, 7 y 9 años”.

Y todo se volvió totalmente anormal cuando la mujer le colocó un vestido que ella misma le confeccionó. Pero al apretar “play”, la muñeca dijo: “No me gusta este vestido, mamá”. Así, la muñeca comenzó a emitir mensajes hasta a entablar una conversación con la mujer. Incluso, hablaba con el marido de la dueña de casa, y no precisamente conversaciones amistosas.

En ocasiones, la muñeca le pedía a la mujer que la llevara a un lugar oscuro y más alejado. No obstante, la mujer comenzó a considerarla como una hija, sin terminar de darse cuenta de que la muñeca no era amistosa. La señora la llevaba a casa de amigos y familiares y todos la escuchaban hablar. Así, la leyenda se fue haciendo cada vez más famosa. Hasta que, en un momento, los familiares convencieron a la mujer de llevar a la muñeca a un mecánico que le desconectara la pila, pero cuando éstos hicieron palanca con un destornillador para abrir la tapa.

La muñeca gritó de dolor, como un verdadero niño real. Así, debieron volver a casa, mientras el marido le decía a la señora que debían devolver a la muñeca al lugar de donde la había sacado. Pero el juguete entendía todo y decía: “Cállate, ¿qué estás hablando?”.

Agua bendita

Al otro día, el hombre fue a la iglesia y le comentó todo al párroco. Éste le dio agua bendita y el hombre roció todo el cuerpo de la muñeca con esta sustancia. En principio esto hizo que dejara de hablar. Una vez consumado esto, ambos se decidieron a llevarla al contenedor de basura. Pero, en el camino, se les cortaron los frenos del auto, por lo que decidieron tirarla en la calle. Al volver a casa, y desde ese momento, no han parado de escuchar voces, todos los días.

Algunas cosas salieron a la luz después. Se supo que el dueño original de la muñeca era un hombre que la había comprado en Chile. Para su hija, pero que un día ésta golpeó a la muñeca con una zapa en la cara (nunca se supo el motivo) y por eso la tiraron. Pero nunca admitieron haberla escuchado hablar más que lo que repetía inicialmente.

La última vez que se vio a la muñeca fue en una exposición de juguetes y artesanías en la plaza de San Carlos. Muchas personas intentaron entablar conversación y grabarla con sus celulares, pero éstos estaban locos. Se les eliminaron los contactos y las aplicaciones no se abrieron. Hoy, dicen, la muñeca ya no existe. Una mujer la quemó y enterró sus cenizas. Pero las voces en la casa de la segunda dueña, quien la encontró en el contenedor, se siguen escuchando.

Leyendas urbanas de Argentinas: La maldición de la Facultad de Ingeniería

No todo lo que brilla es oro y no todas las obras monumentales guardan historias felices. La actual Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires comenzó a construirse en 1912 bajo las órdenes del reconocido ingeniero Arturo Prins. Detallista y obsesivo, apuntaba a construir el edificio neogótico más sorprendente de la ciudad.

Leyendas urbanas de Argentinas

Todo comenzó muy bien hasta que en 1938, cuando ya había finalizado la primera etapa de construcción, misteriosamente se frenó el trabajo. Algunos hablaron de que los costos habían superado lo presupuestado y otros que los planos tenían un error de cálculo que, de continuar la obra. Este terminaría en un derrumbe.

Prins murió un año después y las malas lenguas afirman que decidió suicidarse por no haber soportado el error cometido. En los años 50, un estudiante quiso retomar el proyecto y armó una tesis para continuarlo. No sólo no lo llevó a cabo sino que además jamás se recibió. A partir de ese momento, nadie más se animó a continuar el edificio que está en la avenida Las Heras, en el barrio de Recoleta, imponente e inconcluso.

Leyendas urbanas de Argentinas: El ahorcado de Chacarita

En Buenos Aires existe un camposanto conocido como Cementerio de Chacarita o Cementerio del Oeste en donde cada jueves por la noche aparece un espíritu de un hombre que se ahorcó en un árbol situado en la calle Jorge Newbery, muy cerca del cementerio.

Se dice que en el siglo XIX, la fiebre amarilla azotó a la capital de Argentina dejando una gran cantidad de muertos, lo que condujo la construcción de este camposanto.

Leyendas urbanas de Argentinas

Una de las víctimas fue una chica muy hermosa que tenía una relación con un joven que al verla muerta se ahorcó ya que no podía con el dolor de no estar con ella. Muchos testigos afirman haber visto una figura cadavérica vagando por el lugar.

Leyendas urbanas de Argentinas: La bailarina fantasma

El Teatro Colón es considerado como uno de los principales teatros argentinos. En su recinto es escenario de muchas historias fantásticas, pero existe una leyenda que ha acaparado la atención de todos. Se dice que por los pasillos del lugar merodea el fantasma de una bailarina que al momento de apagar las luces. El espíritu de ella se hace presente y comienza a llamar a los trabajadores pronunciando sus nombres.