La rueda de samsara: ¿Qué es?

La rueda de samsara es el ciclo de nacimiento, vida, muerte y encarnación. Renacimiento en el budismo, en las tradiciones filosóficas de la India. Hinduismo, budismo, jainismo, bön, sijismo. Y también en otras como el gnosticismo, los Rosacruces y otras religiones filosóficas antiguas del mundo.

Según estas religiones en el transcurso de cada vida, el Dharma (acciones hechas para bien) y el Karma (consecuencia de lo realizado/decidido). Determinan el destino futuro de cada ser en «el proceso del llegar a ser» (evolución o involución). Este proceso cíclico termina con el logro del moksha (unión con Dios).

Palabras claves

Para concientizar realmente, con una mente abierta. Para recibir nuevos conocimientos y aceptar y respetar las tradiciones y culturas de otras regiones del mundo, es importante conocer sus creencias. Por tal motivo, a continuación se explicarán las palabras claves: Dharma, Karma y Moksha, para entender completamente el ciclo Samsara.

Dharma

Es una palabra sánscrita, significa religión, ley religiosa, conducta piadosa, correcta. Lo contrario o antónimo sería adharma o irreligión.

En el budismo, también significa protección. Y se les enseña a las personas a protegerse del sufrimiento como consecuencias del karma. Con métodos, técnicas y diversas prácticas para adiestrar el Dharma. Lo cual consideran una fórmula suprema para alcanzar la paz y la felicidad interior.

Karma

Tiene origen sánscrito y significa acción. Es una ley, una energía invisible producida por un dios (dios Lama en el hinduismo) o por la fuerza de la naturaleza (creencia en el budismo y el jainismo). Es una ley, una norma o estatuto de causa y efecto o retribución de los actos que se realizan en el pasado, presente y futuro de cada vida en el trascurso de la “Rueda del destino”.

Moksha

Nace del sánscrito y significa liberación espiritual del Samsara y de las consecuencias del karma. Tiene diferencias en las creencias del hinduismo y del jainismo.

El moksha en el jainismo significa liberación, salvación o emancipación del alma de las ataduras del karma y del Samsara. Esto significa alcanzar el pleno conocimiento y sabiduría espiritual obteniendo el nivel de Siddha o “alma suprema”, que es el fin último de los practicantes de esta religión, por lo cual se dedican en todo momento a recorrer ese camino de liberación.

La rueda de samsara: Origen

El origen dependiente y cíclico de la idea del propio ego. De sus preferencias, de sus necesidades, y de la existencia de cosas agradables y desagradables. Es designada en el budismo como la “rueda de nacimientos y muerte” o “rueda del samsara». Y es representada en muchos monasterios y hogares budistas mediante un tambor que gira continuamente.

Se designa también como paticca-samuppada / pratitya-samutpada, o ley de la interdependencia, surgimiento condicionado, ley de la causalidad , o la cadena de los doce miembros. Constituye un desarrollo de la Segunda y Tercera Nobles Verdades del Budismo, que explican cómo surge el sufrimiento y cómo puede ser superado.

Rueda del Samsara

La Rueda del Samsara, también conocida como “Rueda del Destino, “Rueda de la Vida”, “Rueda Cosmogénesis de Ezequiel”, “Rueda de la Fortuna”, “Arcano 10” y “Rueda del Arcángel Haritón”, es una representación visual y religiosa del Samsara, que al girar explicaría los ciclos y diferentes etapas de la vida física: nacimiento, vida, muerte, renacimiento o reencarnación. Es un círculo sinfín de la vida, sujeta al sufrimiento.

La meta de las religiones budistas, hinduistas y otras es lograr la liberación de las ataduras de la Rueda de la Vida y del karma a través de la superación de sus deseos y pasiones físicas. Donde debe prevalecer la parte espiritual, la realización y autorrealización íntima del ser.  Los budistas creen y señalan que Buda logró liberarse y salir de la Rueda del destino, por lo que alcanzó la “realización e iluminación plena, el despertar de su conciencia, el alma suprema”.

Buda

La rueda de samsara

Buda poseía un collar con 108 perlas, las cuales representaban a su vez, 108 vidas a las cuales se tienen derecho para lograr la liberación del yo personal, del odio, del egoísmo, de la ignorancia que impide la plena autorrealización, y si en ese tiempo la persona no lo logra, se ve obligada a renacer nuevamente, debe bajar de nivel para aparecer y renacer en el infierno.

Además, según la creencia budista la Rueda gira y da vueltas tres mil veces, para permitir a la persona ir en busca de la liberación de las ataduras del karma y del Samsara, y si en ese tiempo no lo logra, su esencia se pierde y dejaría de existir totalmente.

En total entonces, según los budistas, son 108 vidas por 3000 ciclos que realiza la Rueda, da un total de 324.000 (trescientos veinticuatro mil) vidas humanas, lo que tristemente incluye haber entrado y salido del infierno 3 mil veces. Si pasado todo ese tiempo, vidas y oportunidades, la persona no logra superar y vencer todos los obstáculos y pruebas como parte de su karma, su existencia culmina totalmente y padece una desintegración absoluta de su ser.

Los tres venenos de la mente

“tres raíces de lo malsano”. Es lo que hace girar eternamente a la Rueda. Aparecen tres animales: el cerdo que representa la ignorancia, el gallo o ave, que simboliza el deseo y la ambición y la serpiente que significa el enojo, el odio. A su vez, estos están unidos unos con otros y pareciera que se quieren cazar, comer o tragarse porque el gallo muerde al cerdo, el cerdo muerde a la serpiente y esta muerde al gallo.

El primer veneno representado por el gallo, es el deseo y la ambición, el apego a las cosas innecesarias, la sed de apropiarse y de poseer bienes materiales y todo lo que lleva a la persona a satisfacer deseos físicos y carnales.

El segundo veneno está reflejado por la serpiente. Es el odio, el enojo, la agresividad y la malevolencia que se manifiesta con la manera de ser personal e interpersonal.

El tercer veneno está materializado por el cerdo, que simboliza la estupidez, el desconocimiento e ignorancia de lo valioso y significativo, de lo espiritual y divino, para ir en busca de lo material, de lo físico y mundano.

Los tres se presentan unidos, inseparables para intervenir en el designio de la existencia. Para inducir las acciones que determinarán la vida presente y futura. Para dominar las emociones que alejan a las personas de la búsqueda de su realización personal. Que las mantienen atadas al karma, a la eterna encarnación o renacimiento sino llegan a alcanzar la liberación de ese laberinto interminable.