Humanos, de todas las formas que nos miremos, somos seres humanos. Y esa diferencia nos caracteriza por poder razonar y buscar opciones variadas, ante una misma situación, pero también creamos ataduras emocionales.

Somos seres independientes, pues llegamos al mundo solos, basados en otros dos seres que se unieron para darnos vida.

No buscamos ( o quizá si, eso es para otra charla) venir y estar.

Nos sorprende un día el arribo a un sitio ya organizado, pre establecido y funcionando sin nosotros.

A partir de allí, la vida comienza a fluir, vamos creciendo y adaptándonos a nuestro alrededor. Lo que no podemos lograr, a menos que crezcamos y erremos lo suficiente es, no depender de alguien más para lograr sentirnos amados, acompañados y en plena confianza emocional.

Necesitamos siempre el visto bueno de alguien más, la aprobación de que al menos algo, hacemos bien.

ataduras emocionales

La verdad es que, somos alguien ya, somos personas que podemos dar y no estar sentados esperando que nos necesiten. Podemos ser independientes y estar con nosotros mismos, darnos afecto, aprobación, compañía y bienestar saludable.

Aprender a estar con uno mismo, ayuda y ejercita el exteriorizar sentimientos. Si podemos amarnos y establecer un contacto directo con nuestras emociones, podremos amar y establecer un mejor contacto con quienes nos rodean.

El hecho es dar, sin esperar recibir nada a cambio. Ser auténticos, espontáneos, ser lo que queremos y darnos a conocer a los demás.

Sin poner esa barrera desafiante y estricta de, una obligación como pago por lo que ofrecemos. Todo es parte de una misma cosa, todos somos parte de todos y estamos conectados de manera invisible con quienes nos rodean.

Pero para interactuar con quienes elijamos y no, para atarnos a otro ser que nos daña el razonamiento y no nos permite descubrirnos.

En verdad, nos atamos a una postura social, que nos inyecta el veneno de la reglamentación sentimental, que si damos un sentimiento a alguien, nos lo debe devolver de exacta manera, poniendo siempre condiciones diferentes, como el de no dejarnos nunca, el estar en momento difíciles, el acompañarnos en nuestra decadencia y hacerse cargo de nuestro dolor y frustraciones.

Lo cierto es que, cuando entendemos que podemos vivir con nosotros mismos, depender de nuestro propio estado de ánimo, hacernos cargo de nuestras flaquezas y debilidades. Entender que el dolor es parte de la vida y que nadie puede sentir lo que sentimos ni en las buenas ni en las malas.

Entender que somos parte de todos, pero pudiendo elegir el cómo y el cuándo. Cuando llegamos al punto de sentirnos bien con nuestro silencio y vemos a los demás como seres que se nos igualan en situaciones, pero no en circunstancias. Es ahí donde la elección se hace presente y logramos relaciones pacíficas y duraderas.

Recordando que, no somos una necesidad, sino, una elección para dejar fluir vida, esperanza, felicidad y poder sentirnos a gusto con eso.

Entonces, vivir sin ataduras emocionales significa que, podemos amar, honrar, elegir y discernir con otros, pero sin poner la necesidad, como base de la pirámide del amor y las relaciones.

De lo único que dependemos, es de nosotros mismos, lo demás, es elección.