Artritis reumatoide: En los tiempos antiguos de la Medicina, la artritis se consideraba como una única enfermedad contra la cual “poco se podía hacer”, salvo aconsejar la toma de Colchicina o derivados de la corteza del sauce, y esperar.

A pesar de ser una enfermedad grave, en la actualidad sigue siendo una patología desconocida para la población general y muchas veces se confunde con otras enfermedades reumáticas.
El término “artritis” significa inflamación de las articulaciones y no debe confundirse con dolor en las articulaciones por otro motivo que no sea la inflamación, como sucede por ejemplo en la artrosis.

Artritis reumatoide

Síntomas

Las articulaciones que se inflaman con más frecuencia son las muñecas, las de los dedos de las manos y de los pies, los codos, los hombros, las caderas, las rodillas y los tobillos.

Por las mañanas puede haber dificultad para el inicio de los movimientos (rigidez matutina) de duración variable.

La inflamación persistente puede acabar dañando los huesos, ligamentos y tendones que hay alrededor. La consecuencia será una deformidad progresiva de las articulaciones y la reducción de la movilidad articular, lo que puede llevar al enfermo a un cierto grado de discapacidad para hacer algunas tareas de la vida diaria.

Otros síntomas menos frecuentes son: fiebre inexplicable, cansancio fácil, dolor de cuello, hormigueos en manos o pies, dolor en el pecho o en los costados, sequedad de la boca, enrojecimiento o sensación de arenilla en los ojos y manchas o bultos en la piel.

Los síntomas más habituales son:

  • Inflamación de articulaciones.
  • Rigidez matutina.
  • Deformidad progresiva de articulaciones.
  • Reducción de la movilidad articular.

Causas

La artritis reumatoide es una enfermedad autoinmunitaria. Generalmente, tu sistema inmunitario ayuda a proteger el cuerpo de una infección o de una enfermedad. En la artritis reumatoide, el sistema inmunitario ataca el tejido sano en las articulaciones. También puede causar problemas médicos en el corazón, los pulmones, los nervios, los ojos y la piel.

Los médicos no saben lo que inicia este proceso, aunque parece probable que sea un componente genético. Si bien los genes no causan artritis reumatoide, pueden hacer que tengas más probabilidades de reaccionar a los factores ambientales, como infección con determinados virus y bacterias, que pueden desencadenar la enfermedad.

Factores de riesgo

Los factores que pueden aumentar el riesgo de padecer artritis reumatoide incluyen:

  • El sexo. Las mujeres son más propensas que los hombres a desarrollar artritis reumatoide.
  • Edad. La artritis reumatoide se puede producir a cualquier edad, pero más frecuentemente comienza a mediana edad.
  • Antecedentes familiares. Si un familiar padece artritis reumatoide, el riesgo de que padezcas la enfermedad puede ser mayor.
  • Tabaquismo. Fumar cigarrillos aumenta el riesgo de desarrollar artritis reumatoide, especialmente si tienes una predisposición genética a desarrollar la enfermedad. Fumar también parece estar asociado a una gravedad mayor de la enfermedad.
  • Sobrepeso. Las personas que tienen sobrepeso parecen presentar un mayor riesgo de desarrollar artritis reumatoide.

Complicaciones

La artritis reumatoide aumenta el riesgo de desarrollar:

Osteoporosis. La artritis reumatoide en sí, junto con algunos medicamentos utilizados para tratar la artritis reumatoide, pueden aumentar tu riesgo de osteoporosis, una afección que debilita los huesos y los hace más propensos a las fracturas.

Nódulos reumatoides. Estos bultos firmes de tejido se forman con mayor frecuencia alrededor de los puntos de presión, como los codos. Sin embargo, estos nódulos pueden formarse en cualquier parte del cuerpo, incluidos el corazón y los pulmones.

Sequedad en los ojos y la boca. Las personas que tienen artritis reumatoide son mucho más propensas a desarrollar el síndrome de Sjogren, un trastorno que disminuye la cantidad de humedad en los ojos y la boca.

Infecciones. La artritis reumatoide en sí y muchos de los medicamentos utilizados para combatirla pueden dañar el sistema inmunitario y provocar un aumento de las infecciones. Protégete con vacunas para prevenir enfermedades como la gripe, la neumonía, la culebrilla y la COVID-19.

Composición anormal del cuerpo. La proporción de grasa en relación con la masa magra a menudo es mayor en las personas que tienen artritis reumatoide, incluso en aquellas personas que tienen un índice de masa corporal normal.

Síndrome del túnel carpiano. Si la artritis reumatoide te afecta las muñecas, la inflamación puede comprimir el nervio que irriga la mayor parte de la mano y los dedos.

Problemas cardíacos. La artritis reumatoide puede aumentar el riesgo de endurecimiento y obstrucción de las arterias, así como la inflamación del saco que rodea el corazón.

Enfermedad pulmonar. Las personas con artritis reumatoide tienen un mayor riesgo de inflamación y proceso de cicatrización de los tejidos pulmonares, lo que puede provocar una falta de aire progresiva.

Linfoma. La artritis reumatoide aumenta el riesgo de linfoma, un grupo de cánceres de la sangre que se desarrollan en el sistema linfático.

Diagnóstico

No existen pruebas específicas para diagnosticar la artritis reumatoide, pero los reumatólogos pueden determinar su existencia mediante una combinación de entrevista clínica -en la que se pregunta al paciente por sus síntomas-, exploración física, historia clínica del paciente y la realización de ciertas pruebas.

El principal reto diagnostico es que existen otras enfermedades reumáticas, como el lupus o la artritis psoriásica que en las fases iniciales pueden confundirse con la artritis reumatoide.

Durante la evaluación el reumatólogo puede realizar una serie de exploraciones complementarias para facilitar el diagnóstico. Desde la SER recalcan que los resultados no confirman por sí solos la existencia de artritis reumatoide, sino que aportan datos adicionales que deben interpretarse de forma conjunta con el resto de pruebas, exploraciones e información:

  • Análisis de sangre.
     
  • Pruebas del factor reumatoide.
     
  • Prueba para detectar anticuerpos frente a péptidos citrulinados. Estos anticuerpos están presentes en las dos terceras partes de los pacientes con esta patología.
     
  • Radiografías para detectar la presencia de erosiones en las articulaciones.

Tratamientos

La artritis reumatoide es una enfermedad crónica que en la actualidad no tiene ningún tratamiento que permita curar la patología. Sin embargo, las terapias farmacológicas y las estrategias de tratamiento son muy eficaces y permiten un buen control de la enfermedad.

Los principales objetivos del tratamiento son los siguientes:

  • Reducir el dolor articular y la inflamación.
     
  • Retrasar o prevenir el daño en las articulaciones.

Se apoya principalmente en tres tipos de fármacos:

Tratamientos sintomáticos

Se trata de fármacos que controlan solo los síntomas. Son los analgésicos y los antiinflamatorios no esteroideos (AINE).

Fármacos modificadores de la enfermedad

Los fármacos modificadores de la enfermedad (FAME) tienen un efecto más profundo sobre los mecanismos de la patología. Actúan sobre las células y las moléculas que participan en la inmunidad y, por lo tanto, sobre los mecanismos que dan lugar a los diferentes síntomas de la artritis reumatoide, cambiando su curso natural. Se pueden dividir en:

Artritis reumatoide
  • Tradicionales. Siguen siendo el principal tratamiento de esta patología. Los más empleados son el metotrexato, la leflunomida y la sulfasalazina.
  • Biológicos. Han supuesto un gran avance en el tratamiento de la artritis reumatoide. Son anticuerpos monoclonales o proteínas de fusión que inhiben o bloquean la acción de alguna molécula o célula que juega un papel clave en la artritis. Entre los biológicos más importantes se encuentran: adalimumab, etanercept, columumab, infliximab, abatacept, rituzimab y tocilizumab.

Corticoides

Los corticoides están a medio camino entre los sintomáticos y los FAME, ya que comparten acciones antiinflamatorias con otras similares a las de los FAME. Ayudan a controlar la inflamación articular a corto plazo.