La fisioterapia respiratoria es un área dentro de la Fisioterapia consistente en un conjunto de técnicas que tratan las diferentes patologías respiratorias. Estos procedimientos se basan en un conocimiento exhaustivo del sistema respiratorio y tienen como objetivo primordial aumentar la capacidad pulmonar del paciente, dado que este, ha tenido una merma de la misma debido a alguna enfermedad o problema previo.

El tratamiento depende de las necesidades de cada paciente. Tipo de enfermedad, estado clínico, edad e incluso la capacidad de colaboración del enfermo, afectan a las técnicas a emplear. Con ellas, el fisioterapeuta realizará diferentes movimientos con sus manos, cuerpo o mediante los aparatos necesarios, eliminará las posibles obstrucciones de las vías respiratorias para aumentar la ventilación pulmonar del paciente.

¿Por qué se realiza?

La fisioterapia respiratoria se lleva a cabo en bebés y niños, adultos o ancianos con patologías respiratorias, ya sean primarias o derivadas de otras enfermedades. Así, está indicada para las enfermedades que afectan de forma crónica al sistema respiratorio, tales como EPOC, asma, fibrosis quística o enfermedades neuromusculares. También es útil para abordar procesos agudos (neumonía o absceso pulmonar) o intervenciones quirúrgicas muy complejas, tales como trasplantes pulmonares, cardíacos y hepáticos, u otras intervenciones de corazón y tórax.

Cabe destacar que este tipo de fisioterapia no sirve para sustituir el tratamiento médico. Su objetivo es complementarlo y mejorar su eficacia, disminuyendo la necesidad y cantidad de medicación que debe tomar el paciente.

¿En qué consiste?

Existen diversas técnicas de fisioterapia respiratoria:

Drenaje postural. Es la técnica preferida y mejor tolerada para eliminar las secreciones. El objetivo es conseguir que las secreciones drenen por acción de la gravedad hacia los bronquios mayores, la tráquea, y conseguir expulsarlas con la tos. Para realizar el drenaje postural se coloca al paciente en la posición adecuada, según la zona del pulmón que se debe drenar. Así, se suele colocar al paciente en posición de decúbito lateral y en sedestación. Antes de empezar la técnica es importante que el paciente sepa toser y respirar de forma profunda. No debe realizarse cuando el paciente haya comido recientemente.

Ejercicios de expansión torácica. Se realizan con inspiraciones máximas sostenidas con una apnea breve al finalizarlas. Se siguen de una expiración lenta, pasiva. Con los niños pequeños se utiliza también el llanto y la risa.

Control de la respiración, respiración diafragmática. Consiste en periodos de respiración lenta con relajación de los músculos accesorios respiratorios, además de ventilación con el diafragma. Esto se intercala con técnicas más activas, para permitir la recuperación y evitar el agotamiento del paciente.

Percusión torácica. Son golpeteos repetidos. En lactantes se hace con la punta de los dedos, en niños con la mano hueca o con mascarilla hinchable en las distintas zonas del tórax.

Vibración torácica. Se colocan las manos o las puntas de los dedos en la pared torácica y, sin despegarlas, se genera una vibración con la espiración. Es una técnica que se combina con la compresión y el drenaje postural. El objetivo es desalojar de forma mecánica las secreciones espesas adheridas en las paredes bronquiales.

Compresión torácica. Hace más fácil la respiración al comprimir la caja torácica con un abrazo. De esta forma se aplica presión sobre el esternón y las porciones inferiores y laterales del tórax. En los bebés, no obstante, se hace presión con las palmas de las manos en la región inferior, anterior y lateral de la caja torácica.

Tos provocada y dirigida. Normalmente, cuando se despega la mucosidad de la pared, desencadena la tos. Si esto no ocurre, la tos se puede provocar aplicando una ligera presión en la tráquea, en el hueco supraesternal, cuando finaliza la inspiración. De esta forma, la tos permite la expectoración de la mucosidad por la boca, o su deglución. En pacientes intubados o con cánulas de traqueostomía la succión es la que sustituye a la tos, introduciéndoles una sonda en el tubo endotraqueal.

¿Cómo me puede ayudar la fisioterapia respiratoria?

La fisioterapia respiratoria es una rama que engloba tanto prácticas manuales como instrumentales para mejorar la calidad de vida de los pacientes que padecen problemas respiratorios. Principalmente esto se consigue mediante una correcta concienciación de la respiración y con ejercicios respiratorios para corregir las necesidades que tenga el paciente. 

Por ejemplo, una parte importante es que un fisioterapeuta enseñe como distinguir y realizar los diferentes tipos de respiración. El paciente aprende a practicarlos correctamente y que con ello mejore.

También enseñará a ensanchar la parrilla costal, para que aquellos pacientes que tengan reducida su movilidad costal, puedan ganar amplitud cuando se requiera. Esta situación suele ocurrir durante las bronquitis más crónicas.

Además, cuando tenemos patologías obstructivas o que presentan secreciones, es fundamental saber toser de forma eficaz y controlada, para que libere y se despejen las vías sin hacer daño al paciente. Un fisioterapeuta especialista en terapia respiratoria es capaz de enseñar estas técnicas, haciendo que la mejoría sea rápida y duradera.

Un fisioterapeuta usa aparatos muy variados durante las sesiones. Entre ellos, por ejemplo, el espirómetro. Con el espirómetro se trabaja de una forma muy visual y ayuda a mantener los pulmones sanos realizando ejercicios. Con este instrumento, el paciente puede comprobar con sus propios ojos el estado de sus pulmones y ver avances  y mejoras.

Otras recomendaciones

Para acabar y ahora que estamos en invierno, recordamos que siempre es conveniente beber mucha agua y, si es posible, zumos naturales. También evitar los cambios bruscos de temperatura y vacunarse contra la gripe si estamos dentro de la población de riesgo. Y, como no, realizar actividad física, que es la mejor manera de ejercitar los pulmones.