Querido yo:

Quizás mis palabras suenen algo extrañas, nunca hablamos así. Probablemente me creas, pero me conozco, no sé si me vas a hacer caso. De todos modos, lo voy a intentar.

Desde chicos que soñamos con ser grandes ¿no? Queríamos crecer, y también ser reconocidos. Nos criamos con la idea de que podíamos lograr lo que sea. Eso es lo que siempre dijo mamá: que nos podíamos proponer cosas sin miedo a no cumplirlas. Si bien mamá estaba equivocada en mucho, en eso acertó.

Tengo pocos consejos para darte. A pesar de haber vivido lo que nos parece demasiado, en realidad es poco. Si bien nuestra experiencia es mucha, en realidad no es nada.

Hay algunas cosas que me gustaría que no cambien; tus ganas de ir por más -en todo aspecto de la vida-, tu suficiente sabiduría para saber cuándo parar, y tu sentido común. Ese que no es tan común. Hacemos muy buenos análisis, eso hay que reconocerlo, lo traemos de chicos y nunca se nos fue. Siempre saber que decir, y hasta a veces, hablar de más.

Hay cosas que sí me gustaría cambiar. Pensar las palabras y que luego salgan siempre nos costó. Una vez dichas, las cosas no vuelven a ser igual. Te diría que no tengas miedo a nada, pero en realidad es miedo a tener miedo. Accionar sobre la hora siempre nos sirvió, pero no es lo mejor y lo sabemos. Tenés que pensar bien cada decisión y arrepentite de las malas (que está bien, están para eso). Conserva lo bueno, no actúes por impulso y sobre todas las cosas: nunca jamás, pero jamás, dejes el gimnasio, creeme, lo vas a lamentar.

Sabemos bien que tendríamos que haber dicho “te amo” un poco antes y luego un poco después. Sabemos perfectamente que lo que no hicimos en su momento, quedó pendiente.

No eches a perder todo, por nada. ¿Cuántas veces escuchamos lo capaces que somos? Y como un acto de rebeldía casi, rendimos menos. Agarramos manos de más, y soltamos manos de menos.

Comprobamos eso que nos dijeron que no hagamos. Vivimos la vida que no debimos. Y aún así acá estamos, vivos, ¡pero vivos bien! Sabiendo que si no lo hubiéramos intentado, no viviríamos igual. Nos sobra experiencia en muchas cosas quizás, no tan útiles, y nos falta en muchísimas más.

Fuimos y vinimos, pero nunca dejamos de movernos. Cuando algunos dan su opinión porque les contaron, nosotros nos callamos porque lo pasamos.

Perdimos y ganamos, y creo que al final de cuentas estamos en positivo. Aprendimos que nunca vamos a aprender todo. El tiempo lo perdimos, usamos, y aprovechamos.

No dejes que te paralice la duda, viví, y luego pregúntate por qué. Los miedosos siempre pierden. Arriesga cuando tengas chances. Disfruta de cada momento. No te prives de lo que te gusta solo por una palabra. ¡Que no te juzgue ni Dios! Evalúa cuando mueras, cómo es que viviste.

Si en la vida hoy es esto, hacelo, y si mañana es lo opuesto también. Que total siempre van a tener algo que decir. No trates de cambiar lo que no se puede, pero eso ya lo sabes.

Ríete de todo, que cuando haya que llorar, vas a llorar primero. Nunca seas igual a nadie, solo vas a fracasar. Triunfa aquel que muestra cómo se hace. Tu palabra vale, que no crean lo contrario. Sos vos quien crea el destino y nadie puede hacer profecías de cómo va a ser tu vida.

Lee más, toma menos cerveza y más vino. Jamás voy a decirte que te decidas por algo, porque aun yo no lo hago. Evita peleas estúpidas que te quitan tiempo de reírte. Siempre pensá en cómo éramos de chicos, así no lo olvidas y no cambias nunca. Los años pasan para el cuerpo y no para el alma. Juega, diviértete y si te pones un traje, no te olvides de la nariz de payaso. Nunca tome más responsabilidades de las que quieras en el momento, después no vas a saber qué hacer con ellas. Valora lo que lograste, y anhela lo que te falta.

No te conformes nunca, a menos que te saques la lotería, claro. Dormí menos y viví mas, ya vas a dormir mucho cuando mueras. Come más sano. Haz más ejercicio.

Pero hagas lo que hagas, nunca dejes tirado tu sueño. Que si tu sueño es tener un sueño, vive entonces para encontrarlo.