“A partir de ahora no viajare más que en sueños” Julio Verne ¿Revolucionario? ¿Genio? ¿Visionario? Estos calificativos podrían caber perfectamente para julio Verne. Sin embargo, hay una innumerable cantidad de palabras que podrían también definirlo.

julio verne

Describirlo resulta imposible ya que seguramente caeríamos en un océano de calificativos y no lograríamos dar con el más acertado para dar cuenta de este gran escritor francés.

No es mi idea hacer un artículo biográfico, sino dar a conocer lo que Verne significa para mí, como uno de los tantos aficionados a la lectura que han tenido el placer de leer sus líneas y que ha comprendido por medio de él, que la ficción y la realidad no son enemigos tan inseparables; Finalmente voy a tomar uno de mis libros favoritos: “Viaje al Centro de la Tierra”, y así hacer una mención de como viví esa aventura junto a sus personajes.

El día que conocí a Julio Verne

Julio Verne apareció algo tarde en mi vida. Yendo y viniendo por distintos autores y pasando por diferentes géneros, sentía que tenía una deuda conmigo mismo al no haber incursionado; hasta pasados los veinte años, por las aventuras de Julio Verne; Es por eso que, durante esa etapa en que estaba finalizando mi carrera universitaria; acostumbrado a los géneros como novelas policiales y de periodismo de investigación, decidí aventurarme en alguna de sus tantas maravillosas historias.

En el lapso de un año compré seis de sus libros: “Viaje al Centro de la Tierra”, “De la Tierra a la Luna”; “El Faro del fin del Mundo”, “Cinco semanas en globo”, “La vuelta al mundo en 80 días” y, el que actualmente me encuentro leyendo; “Veinte mil leguas de Viaje Submarino”; Como era de esperar, al leerlos me llevé la grata sorpresa de no solamente encontrar una buena escritura; sino la increíble posibilidad que nos brinda este escritor de viajar a través de sus libros y poder vivir con sus personajes; las tan aventuradas historias que con tanta precisión y fabulosa descripción nos permite Julio Verne. Cada una de ellas te invita a querer leer más de él y es por eso que, incursionar en sus escritos; es entrar en un camino sin retorno lleno de aventuras y misterios por resolver.

Con Julio Verne me pasa algo muy particular que no siempre me ha pasado con otros autores.

Al llegar al capítulo final de sus obras me genera una fuerte melancolía ante el cierre de una historia que durante algún tiempo me tuvo en vilo. No solo con la historia propiamente dicha, sino más particularmente, con el cariño que uno le va tomando a los personajes en cuestión. Recuerdo las palabras de un profesor de la facultad, quien una vez al cierre de su cursada me dijo: “si llegas al final de un libro y te cuesta terminarlo por lo que te produce internamente llegar a ese final, significa que el escritor hizo un gran trabajo”. Y lo cito textualmente porque esas palabras quedaron en mi memoria desde aquel entonces. Definitivamente, tras varias veces que me ha sucedido, le doy totalmente la razón.

Dada esta situación, ya desde hace algún tiempo, ante la pregunta de distintos amigos y conocidos acerca de un autor recomendable para comenzar el gusto por la lectura, habitualmente me inclino por él.

Mi viaje al centro de la Tierra

“Todo lo que una persona puede imaginar, otros pueden hacerlo realidad”

Julio Verne

No creo ser el primero ni el último que viajó al centro de la Tierra junto a los entrañables Axel, el profesor Lidenbrock y el siempre voluntarioso Hans. Y esto se da porque “Viaje al Centro de la Tierra” es, en mi opinión, uno de los libros más apasionantes de Verne.

Quizá me tomo la lectura muy en serio o probablemente es un efecto que le ha sucedido a varios; pero lo que Verne me provoca (citando este caso en particular) es trasladarme en todo sentido al lugar de los hechos. Al leerlo me sentía un personaje más de la aventura y como apasionado de la ciencia, me era imposible no sentirme parte de esa expedición.

Desde el instante en el que el profesor le propone (o más bien le ordena) a su sobrino emprender el tan peligroso viaje, me puse como lector en lugar de un “amigo” de Axel que compartiría la travesía con ellos.

Puede que me tomen por loco, pero fue lo que realmente me pasó. La realidad es que aprovecho la posibilidad que este genio literario me brinda, de poder viajar con la mente a lugares impensados y así fue como me sentí parte del viaje al centro del globo. Es muy interesante al leer este libro (y también al releerlo si tenemos la posibilidad), de ponernos a pensar en que decisiones habríamos tomado (siendo parte del viaje) ante el devenir de los hechos. Esta es una forma que, a mí en lo personal, me sirve para adentrarme de lleno en la historia.

Ya habiendo explicado la forma en que encaré mi lectura, quisiera mencionar algunos hechos importantes que recuerdo de “nuestro viaje”. Claro está que buscare resumir lo más posible mi aventura así no adelanto buena parte de los hechos, para aquellos que aún no la han leído.

¿Cómo fue mi travesía al centro de la Tierra?

Todo comenzó una tarde en que mi amigo Axel me comentó la idea de su tío, el profesor Otto Lidenbrock, de llegar al centro de la Tierra tras descifrar un pergamino, dejado muchos años antes, por un alquimista de nombre Saknussemm. Debo admitir haber compartido ciertas dudas con él ante la propuesta (quizá descabellada) del aventurero tío. Sin embargo, yendo a los más profundo de mi ser y dejando mi racionalidad al margen, me sería imposible decirle una respuesta negativa a una aventura de semejantes dimensiones.

Así fue como viajé hasta Islandia, pasé por climas hostiles (que se pueden ver y sentir por medio de la exacta descripción de Verne) y llegamos, gracias a nuestro recién conocido guía Hans, hasta el interior de un volcán llamado Sneffels, para de manera definitiva emprender el viaje del que imaginariamente fui parte. Las sabias palabras del profesor fueron el principal motor para no dejar de creer que llegar a nuestro destino era posible. Y así fue como esperamos a que el sol nos muestre el camino, tal y como mencionaba Saknussemm en su pergamino, y comenzamos a descender por una de las chimeneas que había allí.

Una vez sumergidos en el interior de la corteza terrestre, pasamos muchos contratiempos en los numerosos caminos que íbamos tomando. Recuerdo particularmente, el difícil momento que por poco nos cuesta la vida. Esto fue cuando por intuición errónea, tomamos el camino equivocado ante una bifurcación de nuestro trayecto inicial. Al darnos cuenta del error (por no encontrar salida tras varios días de caminata) nos quedamos prácticamente sin agua y con una profunda decepción de no saber qué medidas tomar. Cuando creía que todo estaba perdido, quien nos salvó fue un personaje que, a pesar de no hablar mucho, es imposible no caiga simpático a los lectores desde un comienzo: el guía Hans.

Él fue quien escuchó un afluente de agua y por medio de su destreza física, consiguió abrir un hueco en la sólida roca para proveernos de líquido.

Así fue como proseguimos viaje por aquellos túneles que parecían interminables. Recuerdo también nuestra desesperación con Lidenbrock y Hans cuando perdimos a Axel que, por fortuna, al poco tiempo encontramos. Si bien estaba herido e inconsciente, los golpes no presentaban gravedad.

Más tarde llegamos a un lugar increíble. Aún con Axel a cuestas, que yacía inconsciente, pudimos ser testigos de un sitio jamás imaginado: Un mundo subterráneo, con un mar muy extenso, bosques de fondo y una luz brillante en forma de sol que se veía en las alturas, del cual ni el mismo profesor encontraba respuestas.

Ya con Axel recuperado y atónito ante lo que estaba viendo; nos fuimos a recorrer el lugar, mientras que el siempre incansable Hans construía una balsa para emprender viaje a través de ese interminable mar (cuyo nombre ahora era Lidenbrock); Vimos especies extintas de árboles (algunos con formas de enormes hongos) e incluso restos fósiles de animales y “aparentes humanos” que debían haber vivido allí en tiempos remotos; Lo que más llamó nuestra atención es haber visto animales prehistóricos (aparentes mastodontes) que en buen número se encontraban a unos pasos nuestro y con ellos; un humano similar a nosotros, pero de mayores proporciones físicas que los dominaba. Nuestras miradas quedaron perplejas ante ese acto y lógicamente sin llamar la atención nos retiramos a la posición de Hans. No solamente habíamos encontrado un nuevo mundo, sino que presenciamos vida en él.

Luego emprendimos el viaje a través de ese mar que según el profesor debía conducirnos al centro de la Tierra. No voy a detenerme en contar las cosas que aquí nos sucedieron ya que fueron muchas y resultaría interminable; pero si recordar una imagen que siempre viene a mi cabeza y son las luchas de enormes animales marinos que se trenzaban en disputas mortales delante nuestro; Tuvimos suerte que ellos centraran la atención uno con el otro y así poder continuar nuestro recorrido; a pesar del terror que se hacía visible en nuestros ojos.

Al poco tiempo, sin visibilizar nada en el horizonte, una fuerte tormenta nos empujó nuevamente a un lugar cercano del que partimos. Era increíble ver como ese mundo subterráneo era interminable y cada vez nos mostraba nuevas sorpresas; Estábamos algo desilusionados porque todo nuestro esfuerzo por cruzar ese mar había sido en vano. Por eso, Lidenbrock tuvo la idea de embarcar de nuevo la maltrecha balsa y volver a intentarlo; Sin embargo, antes de volver a emprender esa travesía marítima, el destino por esta vez, nos había jugado una buena pasada; En un recorrido con Axel encontramos otra cuerva y algunos elementos cortantes que nos daban la pista que por allí había pasado alguien más. Sin dudas, esa persona era Saknussemm.

Tras indagar un poco vimos una inscripción entre las rocas escrita por el mismo Saknussemm, quien nos daba la pauta de seguir por allí. Y nosotros seguimos…

Para sumarle un obstáculo más a nuestro aventurado viaje, dentro de la cueva vimos que el paso estaba imposibilitado por una enorme roca. Iba a ser imposible romperla; y según deducciones del profesor; debía ser producto de algún movimiento sísmico durante el lapso de tiempo que nos separaba del viaje realizado por el viejo alquimista.

Por medio de la pólvora que aún nos restaba, pudimos causar una enorme explosión en aquel lugar; buscando abrir camino de nuestro obstáculo, mientras nos cubríamos en la balsa. Sin embargo, para nuestra sorpresa, eso causó un nuevo movimiento sísmico; El mar Lidenbrock pareció abrirse delante nuestro y nos derivó a un torrente de agua; sin final aparente y dónde no teníamos otra alternativa que dejarnos llevar por la fuerza de la corriente. Finalmente llegamos a una especie de tubo volcánico, dónde dejamos de bajar para comenzar a tener un sentido ascendente.

Recuerdo las múltiples teorías del profesor quién nunca perdía las esperanzas a pesar de ser arrastrados a una gran velocidad hacia arriba. El calor iba en aumento y junto a Axel nos mirábamos sin encontrar una respuesta a todo lo que habíamos vivido. Nos dimos cuenta que estábamos en medio de una erupción volcánica y solo la balsa debajo nuestro se interponía al agua hirviendo y cenizas que nos llevarían a la superficie; Lidenbrock siempre tuvo la razón y no había sentido de alarmarnos, pero estar en medio de una erupción volcánica genera mucha adrenalina; Y así fue como llegamos a tierra firme y nuestro viaje concluyó, por lo menos hasta ese momento.

Habíamos ingresado por un volcán en Islandia y tal fue nuestro viaje por las entrañas del planeta; que habíamos regresado a la superficie por otro volcán, bastante lejano de nuestro punto de partida. Estábamos en Italia.

Aquí les muestro tan solo un pequeño extracto de lo que sucede en la obra de Verne. Esto es una pequeña síntesis de lo que fue para mí ese viaje. Seguro que ustedes al leerlo; van a poder vivir muchas más anécdotas que, en mi caso, prefiero guardarme así no les hago perder la emoción de leer tan extraordinaria historia.

Verne me transportó a un mundo del que fui parte. Hice realidad una aventura que significó un placer haber compartido con esos queridos personajes.

Ahora bien, no sé cuál será mi próximo destino de la mano de Julio Verne, pero si espero poder compartirla con ustedes pronto.

Por el momento, solo puedo decir que me encuentro por ingresar a un objeto de acero de enormes proporciones ¿Acaso un submarino? Me parece que me espera un viaje bastante largo…