La decisión acerca de cómo y dónde dar el pecho es sumamente propia. Los debates acerca del amamantamiento generan sensaciones fuertes y encontradas en las personas, donde muchas veces la mamá termina siendo el blanco de las críticas.

La falta de información respecto a los beneficios de la lactancia y la cuestión nativa que encierra genera en parte de la sociedad una postura de rechazo a la imagen de un bebé lactando en público.

Dar el pecho:

Amamantar no es más que brindarle a un hijo sustento, comodidad, protección y sobre todo amor. Desde el momento que concebimos, el cuerpo se prepara para amamantar. Los senos responden a las hormonas del embarazo iniciando un proceso de generación de nuevos tejidos productores y almacenadores de leche, y de vasos sanguíneos y linfáticos. Esto indica que nuestro organismo producirá leche aún sin llevar al bebé al pecho. La lactancia entonces es algo natural, y frente al milagro de la vida, merece respeto.

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¿Por que esconderse?

¿Por qué deberíamos esconder semejante proeza? ¿Las mamás son quienes se tienen que buscar los espacios para no ser miradas?. Si quien está molesto también puede realizarlo? ¿Por qué evitar alimentar al bebé cuando él lo necesita? Los recién nacidos necesitan nutrirse en cualquier momento, y tal vez no resulte fácil encontrar un lugar limpio y cómodo para darle el pecho. Una madre siempre va a priorizar calmar al niño. Sin embargo. Bajo este argumento aún muchos piensan en que es un horror ver un seno colmado de leche y vitalidad para saciar el hambre de un bebé.

La sociedad no está preparada para amar. Eduquemos a las nuevas generaciones para respetar las prioridades del ser humano, y que cada uno de los lugares que reciban a mamás con lactantes les brinden el trato que corresponde, sin ocultar ese acto de grandeza sino respetándolo.

La experiencia psicológica y emocional que se comparte con un hijo al dar el pecho es especial y única. Recuerda siempre que no hay motivos para sentir vergüenza cuando el amor es el que manda.