Saber para que vivir: Un día soleado, la lluvia, el tren que se escapa ante nuestros ojos. La familia, los niños que revolotean, la tecnología que nos invade, el sueño que se despega por completo en el horizonte.

vivir

Crecer, hacerse adultos en una época que nos ofrece mucho para no otorgarnos nada.

Un día cualquiera despertamos en nuestra cruenta realidad y nos vemos en otros, en las frías mañanas yendo a un trabajo que no elegimos, nublados de sospechar una salida a las relaciones que nos mantienen “estabilizados” socialmente y que desearíamos poder ponerle un final definitivo.

Nos hicimos grandes apelando al razonamiento general, quisimos los que otros querían, nos casamos y tuvimos hijos porque así lo hicieron TODOS, a nuestro alrededor, porque esa era la meta a alcanzar. Y olvidamos la razón fundamental por la que estamos aquí, por la que somos humanos y libres de nuestro proceder.

Fuimos acostumbrados a ser sociables y con eso; a vivir acorde a la muchedumbre para poder encajar y que no nos tilden de raros, satánicos, aliens o simplemente locos.

Y nos fuimos perdiendo entre tanta imagen ficticia; entre tanta copia fiel a, quién sabe quién, que se impone ante un mundo entero y nos obliga a seguir sus modas esporádicas; sus pensamientos y su libertad limitada. Porque, claro está; ese modelo a seguir es joven, tiene poder monetario, es alegre ante cualquier situación; es tecnológicamente superior, inteligente, tiene poder de decisión y es líder entre el rebaño, al cual nosotros, pobres, con una familia a cuestas, envejecidos, con deudas hipotecarias y un trabajo del cual no nos despegamos desde hace veinte años, no podemos igualar jamás.

Entonces copiamos ilusoriamente su estilo de vida. Trabajamos horas extras, compramos lo que se usa, aunque no sepamos para qué sirve y no nos haga ninguna falta. Estamos conectados las 24hs, para captar más y más contactos para interactuar en la moda colectiva.

Nada es real y lo sabemos, pero pareciera no importarnos mucho. Siempre y cuando podamos encajar y «ser parte de».

Hasta que un día nos miramos al espejo y nos vemos más allá de ese triste reflejo y nos damos cuenta de todo lo que perdimos; Un día cualquiera nos cae la ficha de que dejamos ir nuestros sueños; sólo porque alguien nos dijo que era una locura ser independientes y libres.

Nos han manipulado tanto, que hemos perdido nuestra propia identidad y no nos recordamos en lo absoluto; hasta que vemos que un joven humilde, sin las herramientas necesarias, lucha día a día por lograr realizar su despegue personal y le va bien.

Y ahí, entendemos lo que no quisimos entender antes, que uno es un ser humano independiente; que puede relacionarse y tener una familia, amigos, un pasar económico modesto; no dependiendo de las ideas ajenas ni de las costumbres del alrededor y sin embargo, podemos vivir igual y ser felices con eso. Podemos lograr lo que anhelamos, teniendo la calidad de personas que necesitamos para compartir e incentivar a otros. Podemos hacer de nuestra existencia, un paso extraordinario que nos permita dejar una huella indeleble en todos aquellos que interactúen en nuestro camino.

Si Podemos hacer la diferencia entre, sufrir cada día haciendo lo que no elegimos; siendo crueles con los otros por no estar satisfechos con lo que logramos o, dejar de lado la imagen; el celular y el auto y remangarnos para conseguir aquello que nos haga realmente felices; aunque el mundo entero crea que está mal y te dé la espalda.

Si tenemos seres que nos amen de verdad, ellos comprenderán el cambio que necesitamos darle a nuestro mundo y serán parte de ello también. Y los que no nos acepten así, mejor para nosotros, así podremos contar con amor verdadero y alimentar nuestro proyecto con eso.

El saber para qué vivir, darle sentido a cada microsegundo que respiramos, a cada amanecer; a cada palabra que exteriorizamos y cada momento que, realmente vivimos.

Hacer un lapsus, reflexionar, vernos más allá de un corte de pelo, una campera de marca; un maquillaje profesional que nos mantenga alejados de lo que llevamos dentro. Comenzar a entendernos y hacer las pases con nuestros errores, confiar en nuestro instinto y el mensaje que queremos dar en verdad.

Saber para qué vivir y lograr despegarse de lo que nos daña irreversiblemente, eso es en definitiva, vivir de verdad.

De una gota de rocío se nutre una flor… vayamos entonces por lo que queremos sin perder más tiempo, que el reloj no se detiene y no somos eternos.