Tomar decisiones, a veces es muy sencillo, a veces complicado, otras veces simplemente imposible. Pero ¿por qué esto es así?

Desde el principio, cuando tomamos una decisión, hay un camino que estamos descartando. Hay algo que preferimos más que lo ignorado. Por ende, las decisiones difíciles son aquellas en las que tenemos que optar entre dos cosas que deseamos.

Algo similar sucede con las decisiones que se toman entre dos cosas que no deseamos; elegimos la que nos desagrade menos.

Las más fáciles lógicamente son aquellas en las que optamos entre algo que deseamos y algo que no.

Tomar decisiones: Se realiza desde niños

Aunque no lo veamos, estas decisiones las tomamos desde niños. Cuando caminábamos por la calle con nuestras mamas o papas y veíamos (en una juguetería) algunos juguetes que nos gustaban (y si teníamos mucha suerte) papá o mamá nos decían: “está bien, te compro pero solo uno eh!”. Ahí teníamos que tomar una decisión. ¿Fácil? ¡No! ¿Dolorosa? ¡Si! por dejar de lado el otro juguete que queríamos, pero contentos por el nuevo.

Si bien ahora la importancia de esas decisiones cambió, el principio es el mismo: ¿Qué es lo que preferimos? ¿Hacia dónde vamos? ¿Cuál era mi meta? ¿Qué gano y que pierdo eligiendo de esta manera? Son algunos de los interrogantes que debemos respondernos antes de tomar una decisión.

Suena frío dicho así, pero todos tenemos una lista de requisitos para la vida. Inclusive a la hora de tomar una de las decisiones más importantes de nuestras vidas: una pareja. Primero, rasgos físicos que nos atraigan, luego valores, ¿son los mismos que los míos? ¿Son diferentes pero los tolero? ¿No los tolero pero tiene otra cosa que me agrade mucho? Así vamos corroborando cada ítem en nuestra lista mental. No es algo que se haga voluntariamente, los hacemos sin darnos cuenta.

Pero antes de esto debimos de haber elegido formar una pareja, hay quienes eligen no hacerlo. Una decisión lleva a la otra y así.

Decisiones Voluntarias

Las decisiones que pensamos voluntariamente son las más complicadas. Y la primera decisión determinante en nuestras vidas que debemos tomar, es que vamos a estudiar después de la escuela. Una carrera universitaria no es algo que se toma a la ligera en la vida. Requiere de mucho esfuerzo y sacrificio. Aun así, si la decisión es la equivocada o no nos sentimos a gusto con lo elegido, siempre se puede volver a empezar.

Luego nos encontramos con la segunda decisión determinante en la vida de una persona: el trabajo. Quizás no sea tan fácil como decidir y listo. La mayoría de las veces nuestro primer empleo no es el deseado. Pero pasados unos años y sobre todo después de terminar la carrera, estaremos buscando insertarnos en el mundo laboral del rubro que hayamos elegido. Tendremos muchas ofertas seguramente y deberemos elegir, la que más se acerque a nuestro trabajo ideal. En mi opinión personal, siempre es preferible elegir comodidad a dinero, o al menos un balance entre ambos.

Todas las decisiones importantes de la vida deben ser pensadas antes. No son caminos que uno debe elegir en el momento y sin un previo -y al menos mínimo- análisis.

Tomar decisiones

¿Como tomarlas?

Hay muchas formas de asegurarse de cuál puede ser la decisión que nos haga sentir mejor. Hacer un pequeño análisis de los pros y contras de algo es muy útil. Por ejemplo: Este auto tiene mucho espacio interior pero consume más combustible que este otro, el cual es más pequeño y consume menos. Ese es el momento donde entran en juego nuestros objetivos: ¿Pero yo no quería cambiar de auto porque el otro era chico por dentro? ¿Acaso no quería otro auto porque el anterior consumía mucho combustible?

También podríamos imaginar cómo nos sentiríamos de acá a un futuro viviendo con la situación que se eligió: ¿Me veo sentado en una oficina? ¿Es lo mío atender pacientes en un hospital o una clínica? ¿De verdad me gusta tanto la música como para tocar arriba de un escenario los próximos años de mi vida?

Lo más importante de cualquier decisión que se tome, es que la tome uno mismo. Si bien se pueden recibir consejos y comentarios de fuentes externas como familiares, amigos y hasta algún autor, deberemos de tomarlo con pinzas y solo escuchar si estos consejos nos hacen considerar alguna variable que no hayamos visto antes. No nos dejemos convencer por opiniones externas, pues la gente suele aconsejar como si fueran ellos mismos quienes están en la situación.

Cada ser humano es distinto y toma decisiones, basadas en sus valores y objetivos. Nunca olvides que tu vida es tuya y puedes hacer de ella lo que te plazca. Cualquiera sea la decisión que tomes, no mires atrás, continúa por el camino elegido dando el mayor esfuerzo.