Mudarse con su pareja: Pre – Mudanza

Mujercita soñadora, “Susanita” de alma y ex princesa Disney devenida en miedos de soledad y soltería eterna. Llegó el momento más ansiado de tu vida color rosa-novela-de-la-siesta. Mudarse con su pareja.

Estuviste las primeras semanas y meses trasladando una cartera pequeña en donde cabían tus cosméticos, perfume, desodorante y una muda super modesta de ropa (válido en verano, porque musculosa y short entran en una cartera, el ingenio de meter un sweater y jean fue digno de mago de Las Vegas)

Con el correr del tiempo, la cartera femenina y coqueta se convirtió en el equipaje de mochilero hippie. Las cosas mutan a medida que el tiempo compartido se va haciendo más extenso. Y es lindo, claro, llegar a la casa de tu pareja y ver tu cepillo de dientes. Es como nuestro primer logro a la hora de ir ganando espacio en el territorio masculino, en la guarida o cueva del macho. Si ya está mi cepillo de dientes, ¿por qué no un body splash de frutos del bosque al lado de su máquina de afeitar? ¿Y que dirá si dejo mi planchita para el cabello?.

Ganando terreno

Lo mejor es cuando te sugiere dejar alguna muda extra de ropa, para no tener la apariencia de «viejo de la bolsa» o «ropavejero» a la hora de pasarte a buscar o cuando llegas cargada cual camello pero con carita dulce de pequeño pony. Es mejor llevar de más que de menos, no?

Por otra parte, ellos también se sienten acompañados. Es grato que en medio de tanta testosterona acumulada en las paredes y mobiliario, la magia de los perfumes, de las cursilerías fucsias y la brillantina los enceguezca de ternura (no a todos) . Realmente mudarse con su pareja es toda una odisea. Pero…somos mujer y hombre o mujer y mujer u hombre y hombre, en fin, somos personas distintas que ingresan en su rutinaria cotidianidad, ¿cómo no van a sentirse entusiasmados en que seamos parte de la misma?

Y acá es cuando el dueño del lugar (o inquilino) se entusiasma y propone la tan esperada convivencia.

Mudarse con su pareja: Tips

Según la experiencia de personas allegadas, y de datos de encuestas de la Universidad de Michigan (a esa la nombran en todos lados, de seguro es un gran banco de datos), habría que tener en cuenta ciertas cosas a la hora de mudarnos con nuestra pareja.

1) Tratar de no trasladar de forma arrebatada todas nuestras pertenencias.

De pronto nos encontramos en la necesidad de querer llevar nuestra colección de revistas femeninas, los osos de peluche que cada pareja nos regaló a lo largo de nuestra vida, fotos de cuando éramos bebés y artilugios similares para dejar en evidencia nuestra esencia y refregársela en la cara a nuestra pareja.

Si, está bueno que queramos mostrar de dónde venimos, cuáles son nuestros valores, gustos y demás, pero tampoco la invasión. Es innecesario. Todo de a poco.

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2) Por favor, cuidar la higiene.

Primorosa y exquisita mujercita, si te conocieron perfumada, pulcra, medianamente arreglada y de buen humor…¿por qué de golpe transformarse en el abominable peludo de las nieves, de pantuflas con huecos, sin un perfumito y ladrando como chihuahua enojado? Por más que sea invierno, está bueno bañarse seguido, no descuidar en demasía la depilación (si es que vos y tu pareja están acostumbrados a eso, si apoyan el igualismo en cuanto a este tema, bienvenido sea el cancán de vellos).

Entre nosotras, sé que no te seria placentero que tu pareja mutara a cavernícola y empezara a expeler desvergonzadamente esencias de dudosa procedencia mientras duermen, o eructar en lenguas muertas después de cada comida, o peor de todo, que te hable mal cuando siempre te trato de «chanchi, mi amor, cosita, osita, gordita» y demás cosas de esas que se dice la gente cuando entran en confianza.

3) No invadir sus cajones, asaltándolos con nuestros chiches sin previo consentimiento del afectado.

No hacer de su repisa de baño un exhibidor de nuestros perfumes ni productos de belleza. Por favor, no es agradable que cerca de sus pocos artilugios estéticos (o muchos, si estás con un metrosexual) encuentre un callicida, una maquinita de afeitar con visibles y concretos “rastros” de haber sido jodidamente utilizada, ni un vibrador sin su estuche o bolsita.

4) No colonizar su espacio personal ni pretender entrometernos en sus horarios.

Yo sé que el látigo y el papel de dominadora nos sienta espectacular, pero estás ingresando a la baticueva de tu súper héroe. Si pensás que tu buen gusto por la decoración interior con diseños bohemian chic de colores pasteles le va a fascinar, antes de comprar cualquier adorno sería conveniente consultarlo con tu batman. El bati hombre tiene sus tiempos, sus actividades, su rutina diaria, tratar de modificar algunos de ellos podría hacerlo sentir que va perdiendo su libertad. ¿Con qué derecho queremos cambiar los hábitos de la otra persona?

Nos preguntamos: ¿qué estoy dispuesta a cambiar yo?

5) Entender que no somos su mama.

Parecen niños o bebotes malcriados y dulces, pero en realidad son hombres adultos (a menos que decidas vivir con alguien que recién cumplió la mayoría de edad). Nos preocupamos si les va mal en un negocio, aconsejamos como si fuéramos especialistas en esas transacciones; opinamos analíticamente cuando tiene algún conflicto con parientes o amigos y volvemos a aconsejar. De pronto, cuando menos te diste cuenta, estás viviendo su vida en vez de la tuya, tus cosas pasan a un segundo plano, y te convertís en una especie de “Ghost, la sombra del amor” o madre mártir que vive por él. Ellos solos pueden manejarse.

Vos también tenés una vida, TU VIDA. No la dejes nunca de lado, porque esto es lo que te va a permitir ser una persona independiente emocionalmente y vivir una relación armoniosa y no tóxica.

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6) Ayudar, siempre ayudar.

Estamos en su lugar, siempre viene bien dar una mano con los quehaceres o la comida. No me refiero a instalarnos en la cocina y calzarnos una pañoleta de mulata mazamorrera para fregar pisos y demás. Simplemente colaborar con las tareas de la casa, y siempre mostrando que es óptimo que sea de forma equitativa. «Vos cocinas y yo lavo los platos». Si la empleada no fue, proponerle de forma lúdica ordenar el lugar, con música y risas de por medio.

7) Adaptarnos a su ritmo y que él se adapte al nuestro.

Entrar en sincronía, que nuestras energías sean recíprocas, y si no me entendiste, toma aire y pensá : ¿cuándo conectas de lujo con tu pareja? ¿Conectas mejor cuando te sentís bien, relajada, segura de vos misma y dispuesta a dar y recibir amor, o cuando estás muy sensible y mandibuleás de la ansiedad porque tuviste un día intenso? Adaptarse, relajarse. Esa persona no es nuestra pelotita antinervios en la cual podemos volcar todas nuestras toxicidades. Al revés, nosotras tampoco somos su pelotita de rabia.

Prendamos un sahumerio por favor.

8) No abusar quedándonos tanto en la cama.

Las primeras veces es lindo despertarse tarde y si él se levanta primero, hacer un poco más de tiempo y sentirnos la diosa hembra sumergidas en las sabanas. Pero cuando esto se hace costumbre y la mayoría de las veces nos levantamos más tarde que él, más que diosa de fuego, va a apreciar un cuerpo con las marcas de la sábana reposando en su cama. Y peor si nos quedamos realmente dormidas, con expresión de rigor mortis y saliva de la madrugada.

9) En materia de baño: Controlar tirar la cadena.

Utilización de desodorante de ambiente, un fósforo o quemar palosanto o cualquier clase de cosa que neutralice los aromas de flores campestres que crees que emanas. Señorita, compórtese como quiere que se comporten con Ud. Si le gusta entrar a un baño en donde este todo medianamente limpio, recuerde tirar la cadena. Yo sé querida, que en tu casa podés demorarte horas con la pincita de depilar, viendo el celular o recreando una historia mental entre las mujeres que salen en los shampoos y cremas enjuague (hay muchas chicas en mi baño, me estoy percatando). Y cuando salís atolondrada después de que se te anestesiaron los muslos y retaguardia, te reincorporás, bajas la tapa (etc.), apagas la luz ¡y te vas sin tirar la cadena! Estas cosas están estrictamente prohibidas, y más si en la casa de tu macho alfa hay un solo baño.

No es por ser más femenina, son cosas de sentido común y buen gusto.

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10) Sus chiches no son basura.

Por más que veas un folleto de clases en gimnasio que sabes que no va a empezar, una tuerca herrumbrada juntando pelusa en un rincón, un álbum de figuritas de su infancia, o una remera vieja de cuello estirado como si fuera un strapless…no tires nada. Es muy importante a la hora de mudarse con su pareja. Toda cosa que vayas a decidir, hacelo con su consentimiento, por lo menos en los primeros tiempos. Él va a ser más criterioso con las cosas que guarda, mientras vos de a poco le sugerís de forma cariñosa y amigable que no tiene sentido alguno tener principios activos de «acumulador de recuerdos».

Mudarse con su pareja: Como conclusión

Lo más importante es poder hablar desde la sinceridad, el camino de la honestidad nos lleva a paraísos inimaginables, tanto en la convivencia como en la vida misma. Algo te molesta, lo planteas de forma madura. ¿Poner límites? Sólo para autoritarios. El compartir la vida con una persona diferente a uno es todo un reto. Habría que analizar qué cosas nosotros estamos dispuestos a ceder, y según eso, cuales son las cosas que pretendemos. La libertad da mayor acercamiento. Los miedos ayudan a poner límites asfixiantes y caer en el círculo vicioso de las inseguridades.