La Toxocara canis es una lombriz parasitaria que se localiza en el estómago y los intestinos del perro. Donde puede alcanzar una longitud considerable de casi 20 centímetros. Las hembras ponen una gran cantidad de huevos sumamente resistentes en el ambiente, donde incluso perviven durante años.

Los perros pueden infectarse en el período prenatal, durante el embarazo de la perra. Pero también a través de la leche materna, al tragar huevos puestos en el ambiente o al ingerir alguna presa infestada.

La Toxocara canis

El ciclo biológico de este parásito comienza cuando los huevos llegan al estómago. A través de la circulación sanguínea, las larvas se desplazan hasta los pulmones. Y desde ellos, alcanzan la tráquea y vuelven a ser ingeridas. De vuelta al estómago estas larvas se transforman en lombrices adultas. Listas para poner huevos que, ya en el suelo, son capaces de infectar a otros animales. Reiniciando así el ciclo.

Tratamiento

El tratamiento debe ser prescrito por el veterinario, ya que es este profesional el que debe identificar el parásito. Hay varios fármacos contra Toxocara canis y el veterinario escogerá el más adecuado en función de las características de nuestro perro. Es importante buscar un producto que consiga eliminar también las larvas enquistadas, como milbemax.

La mejor forma de combatir los parásitos internos es la prevención. Esto es, el establecimiento de un correcto calendario de desparasitaciones que comenzará a los quince días de vida. Se repetirá cada dos semanas hasta finalizar la vacunación y se mantendrá cada 3-4 meses durante toda la vida del perro.

Se recomienda desparasitar a las perras gestantes en las dos semanas anteriores a la fecha aproximada de parto. Y durante la lactancia porque de esta forma disminuye la carga parasitaria del ambiente y se reduce la infestación de los cachorros.

¿Toxocara canis en humanos?

Toxocara canis puede afectar a los seres humanos, provocando una enfermedad llamada larva migrans visceral. El contagio en las personas se debe a la ingesta de huevos, por lo que los niños más pequeños, que comen tierra y presentan hábitos de higiene deficitarios, son los que tienen más probabilidades de infestación.

Los espacios que comparten perros y niños, como los parques, pueden convertirse en focos de contaminación. En este sentido es imprescindible recoger siempre los excrementos caninos.

El ciclo biológico de Toxocara canis en el humano es diferente que en el perro porque las larvas no pueden llegar a adultas. Al contrario, atraviesan la pared intestinal y migran al hígado, los pulmones y la piel. En grandes infestaciones se producen síntomas como dolor abdominal, tos, picor o erupción cutánea y las larvas pueden extenderse al corazón, los riñones, el bazo, el cerebro o los ojos.

Los seres humanos pueden ingerir accidentalmente huevos presentes en tierra contaminada con heces de animales infectados o pueden alimentarse de huéspedes de transferencia infectados cocidos en forma insuficiente (p. ej., conejos).

Los huevos eclosionan en el intestino humano. Las larvas penetran en la pared intestinal, para luego migrar a través del hígado. Los pulmones, el sistema nervioso central, los ojos u otros tejidos. El daño del tejido es causado por el parásito y la respuesta inmunitaria local que provoca.En general, las larvas no completan su desarrollo en el cuerpo humano, pero pueden permanecer vivas durante varios meses.

Larva migratoria visceral

La larva migratoria visceral está compuesta por fiebre, anorexia, hepatoesplenomegalia, exantema, neumonitis y síntomas de asma, lo que depende de los órganos afectados. Las larvas de otros helmintos incluyendo Baylisascaris procyonis, especies de Strongyloides y de Paragonimus pueden causar síntomas y signos similares cuando migran a través del tejido.

La larva migratoria visceral aparece sobre todo en niños de 2 a 5 años con antecedentes de geofagia o en adultos que ingieren arcilla.

El síndrome se autolimita en 6 a 18 meses si cesa la ingesta de huevos. En raras ocasiones se informaron muertes debido a la invasión del encéfalo o el corazón.

Larva migratoria ocular

La larva migratoria ocular (LMO), también denominada toxocariasis ocular, suele ser unilateral y producir manifestaciones sistémicas muy leves o nulas. Las lesiones de la LMO se caracterizan sobre todo por reacciones granulomatosas inflamatorias en respuesta a la presencia de la larva, que puede causar uveítis y/o coriorretinitis. Como resultado, la visión puede verse afectada o perderse.

La larva migratoria ocular se desarrolla en niños mayores y, con menor frecuencia, en adultos jóvenes. La lesión puede confundirse con retinoblastoma o con otros tumores intraoculares.

El diagnóstico de la toxocariasis se basa en los hallazgos de la evaluación clínica, los estudios epidemiológicos y las pruebas serológicas.

Se recomienda el enzimonmunoensayo (EIA) para antígenos de Toxocara para confirmar el diagnóstico. Sin embargo, en los pacientes con larva migratoria ocular los títulos de anticuerpos en suero pueden ser bajos o indetectables. Las isoaglutininas pueden estar elevadas, pero el hallazgo es inespecífico.

La tomografía computarizada (TC). O la resonancia magnética (RM) pueden mostrar múltiples lesiones ovales mal definidas. De 1 a 1,5 cm, dispersas en el hígado, o nódulos subpleurales poco definidos en el tórax.

La hipergammaglobulinemia, la leucocitosis y la eosinofilia significativa son frecuentes en la LMV.

Las biopsias del hígado u otros órganos afectados pueden mostrar reacciones granulomatosas eosinófilas. Pero las larvas son difíciles de hallar en los cortes tisulares, y las biopsias tienen un rendimiento bajo. El examen de las heces no es útil para el diagnóstico.

La larva migratoria ocular debe distinguirse del retinoblastoma para prevenir una enucleación quirúrgica innecesaria del ojo.

Tratamiento en humanos

  • Albendazol o mebendazol
  • Tratamiento sintomático

Los pacientes asintomáticos y los pacientes con síntomas leves no requieren tratamiento con antihelmínticos porque la infección es generalmente autolimitada.

Para los pacientes con síntomas moderados a graves. Se indican 400 mg de albendazol por vía oral 2 veces al día. Durante 5 días o entre 100 y 200 mg de mebendazol. Por vía oral 2 veces al día durante 5 días. Aunque no se definió con precisión la duración óptima del tratamiento.

Los síntomas leves pueden mejorar con antihistamínicos. En pacientes con síntomas graves puede ser necesaria la administración de corticoides (entre 20 y 40 mg de prednisona por vía oral 1 vez al día). La larva migratoria ocular aguda también se trata con corticosteroides. Tanto locales como por vía oral para reducir la inflamación dentro del ojo. La fotocoagulación con láser se empleó para destruir las larvas en la retina.