Trastorno de identidad disociativo:

El trastorno de identidad disociativo, antes conocido como desorden de personalidad múltiple.​ Es un trastorno disociativo que se caracteriza por la existencia de dos o más identidades en una persona. Cada una con su propio patrón de percibir y actuar con el ambiente.

 Al menos dos de estas personalidades toman el control del comportamiento del individuo de forma rutinaria. Y están asociadas también con un grado de pérdida de memoria más allá de la falta de memoria normal. A esta pérdida de memoria se le conoce con frecuencia como «tiempo perdido» o «tiempo amnésico».

Se le asocia con el trastorno límite de la personalidad, el trastorno por estrés postraumático. La depresión, el trastorno por abuso de sustancias, autolesiones o ansiedad.

Detalles del trastorno

La presencia de dos o más identidades –raras veces más de diez- toman el control de la conducta de una persona de forma recurrente. Teniendo cada una de ellas recuerdos, relaciones y actitudes propios.

En general, las distintas identidades no recuerdan lo experimentado por el resto, por lo cual no son conscientes de su existencia, si bien esto no siempre es así. El cambio entre personalidades suele producirse como consecuencia de estrés.

La personalidad primaria (o la “real”) tiende a ser pasiva y depresiva, mientras que el resto son más dominantes y hostiles. Son las identidades más pasivas las que manifiestan amnesia en mayor medida. Y en caso de que sean conscientes de la existencia de las personalidades más dominantes, pueden ser dirigidas por estas. Que incluso pueden manifestarse en forma de alucinaciones visuales o auditivas, dando órdenes a las demás identidades.

Causas

El trastorno de identidad disociativo suele aparecer en personas que sufrieron una tensión emocional abrumadora o un trauma durante la infancia. En los Estados Unidos, Canadá y Europa. Alrededor del 90% de las personas con este trastorno han sido víctimas de maltrato grave. (Físico, sexual o emocional) o han sido abandonadas durante la infancia.

Algunas personas no han sufrido abusos, pero han experimentado una pérdida temprana importante. (Como la muerte de uno de los progenitores), una enfermedad grave u otros eventos abrumadoramente estresantes.

A medida que se desarrollan, los niños deben aprender a integrar diversos y complicados tipos de información y experiencias en una única identidad personal cohesionada y compleja.

El abuso sexual y físico que se produce en la infancia, cuando la identidad personal está en desarrollo, puede tener efectos duraderos sobre la capacidad de la persona para construir una identidad única, especialmente cuando los abusadores son los progenitores o los cuidadores.

Los niños que han sufrido abusos pueden pasar por fases en las cuales se mantienen separadas las diferentes percepciones, recuerdos y emociones de sus experiencias vitales.

Con el tiempo, estos niños pueden desarrollar una creciente capacidad de escapar del abuso al «alejarse», disociándose de su duro ambiente físico o replegándose hacia el interior de su propia mente. Cada fase o experiencia traumática se puede usar para producir una identidad diferente.

Sin embargo, si estos niños en situación de vulnerabilidad son suficientemente protegidos y contenidos psicológicamente por adultos que verdaderamente se preocupen por ellos, es menos probable que desarrollen un trastorno de identidad disociativo.

¿Cómo se diagnostica?

El diagnóstico del trastorno de identidad disociativa es clínico y se basa en la presencia de los siguientes criterios:

Los pacientes tienen ≥ 2 estados de personalidad o identidades (alteración de la identidad). Con solución de continuidad sustancial en su sentido de identidad y el sentido de autonomía.

Los pacientes tienen lagunas en su memoria para acontecimientos diarios. Información personal importante, y eventos traumáticos-información que no se perdería normalmente con el olvido ordinario.

Los síntomas provocan fuerte malestar o deterioran de manera significativa el funcionamiento social u ocupacional.

Además, los síntomas pueden no ser mejor explicados por otro trastorno (Por ejemplo convulsiones parciales complejas, trastorno bipolar. Trastorno de estrés postraumático, otro trastorno disociativo). Por los efectos de la intoxicación alcohólica, por prácticas culturales o religiosas ampliamente aceptadas. O en los niños, por el juego fantástico (Por ejemplo un amigo imaginario).

Para alcanzar el diagnóstico se necesita conocer el trastorno y un interrogatorio específico sobre los fenómenos disociativos. A veces se usan sesiones prolongadas. Hipnosis o sesiones facilitadas por fármacos (barbitúricos o benzodiazepinas). Y puede pedirse al paciente que lleve un diario entre las visitas.

Todas estas medidas implican un intento de realizar un cambio de identidades durante la evaluación. Con el tiempo, el médico puede intentar descubrir las diferentes identidades y sus interrelaciones. Los cuestionarios diseñados especialmente pueden ser muy útiles. Sobre todo para los médicos que tienen menos experiencia con este trastorno.

El médico también puede intentar contactar directamente con las otras identidades. Pidiendo que hable esa parte de la mente implicada en los comportamientos que el paciente no puede recordar o que parecen haber sido actuados por alguna otra persona.

La hipnosis puede ayudar a los médicos a acceder a los estados disociados y otras identidades del paciente y ayudar al paciente a controlar mejor los cambios entre los estados disociados.

Simulación

La simulación (fingir en forma intencional síntomas físicos o psicológicos motivados por un incentivo externo). Debe considerarse si la ganancia puede ser un motivo (Por ejemplo escapar a la culpabilidad de los actos o a responsabilidades). Sin embargo, los simuladores tienden a sobreinformar síntomas bien conocidos de la enfermedad. (Por ejemplo, amnesia disociativa) y subinformar otros.

También tienden a crear identidades alternativas estereotipadas. A diferencia de los pacientes que tienen la enfermedad. Por lo general los simuladores parecen disfrutar de la idea de tener el trastorno.

En cambio, los pacientes con trastorno de identidad disociativo a menudo tratan de ocultarlo. Cuando los médicos sospechan que la fuga es fingida. La información cruzada obtenida de varias fuentes puede detectar las incoherencias que no son compatibles con el diagnóstico.

Tratamiento

La fragmentación de la personalidad genera un gasto de energía mental muy importante. Ya que la persona lucha constantemente por intentar mantener el orden entre las diferentes partes. Lo que genera un alto grado de tensión.

Esto hace que quede muy poca energía mental para todo lo demás. Es necesario potenciar la integración de la personalidad. Haciendo que las partes se solapen entre sí, reconciliándose y fusionándose.

De este modo, la energía se dejará de gastar a nivel interno y podrá ser volcada a nivel externo. Haciendo que la persona pueda afrontar adaptativamente su vida presente, y funcionando de forma unificada. Dejará de vivir en pasado y empezará a vivir en presente. Así pues, integración es lo opuesto de disociación.

El tratamiento del TID aborda diferentes aspectos:

Estabilización: fortalecer y afianzar a la persona.

Trabajo con las diferentes partes.

Trabajo con el trauma.

Integración de la personalidad y recuperación de las funciones interpersonales.

Es importante señalar que el objetivo terapéutico no es únicamente integrar los diferentes estados mentales. Hay que trabajar para mejorar la funcionalidad global de la persona. Mejorar su calidad de vida, su autonomía, sus relaciones interpersonales, etc.

Otras formas de ayuda

Trastorno de identidad disociativo

 La psicoterapia es el principal tratamiento para los trastornos disociativos. Esta forma de terapia, también llamada «terapia de conversación». «Asesoramiento psicológico» o «terapia psicológica». Consiste en hablar sobre tu trastorno y los problemas relacionados con un profesional de salud mental.

Cuándo consultar al médico

En una crisis, algunas personas con este trastorno pueden tener reviviscencias traumáticas. Que resultan abrumadoras o que están asociadas con una conducta peligrosa. Las personas que tienen estos síntomas deberían recibir atención médica en una sala de urgencias. De igual manera si presentan pensamientos o conductas suicidas.