La onicofagia es un hábito compulsivo que se manifiesta en que la persona que lo sufre se come las uñas. Con el tiempo puede provocar múltiples lesiones físicas tales como problemas en los dientes, deformación de la cutícula, formación de verrugas. Infecciones, afectación por hongos o bacterias e incluso la elevación de los bordes laterales del dedo.

En los casos más graves, estos efectos pueden provocar incluso la pérdida total de la uña. Es una conducta frecuente entre niños y adolescentes que tiende a desaparecer en la edad adulta.

El hecho de morderse las uñas en sí no tiene por qué ser algo muy negativo, sino que puede tratarse simplemente de un mal hábito ligeramente molesto. Para que se considere que un individuo padece onicofagia, es necesario que las consecuencias de este hábito sean mucho más severas, y que aparezcan algunos síntomas relacionados con el mismo.

¿Por qué nos mordemos las uñas?

Las uñas, básicamente, están compuestas por células muertas recubiertas de queratina y son esenciales para muchas funciones en los seres humanos. Las usamos incluso para tocar instrumentos musicales, pero obviamente tienen usos mucho más cotidianos y necesarios para nuestro día a día.

Onicofagia

Causas:

Imitación

 En la infancia se puede aprender este patrón de comportamiento por repetición, por aprendizaje de una persona de referencia, normalmente del entorno familiar que lo padezca.

Baja autoestima

 Los problemas de autoestima se pueden mostrar hacia el exterior de muchas maneras. Una de ellas es morderse las uñas, constantemente se evaluará mentalmente e inconscientemente se morderá las uñas mientras se afianzan sus creencias irracionales.

Timidez

Cuando una persona es introvertida, un mecanismo para poder liberar parte de la tensión que padece será morderse las uñas.

Ansiedad

Elevados niveles de estrés pueden conllevar a ansiedad y como acompañamiento de la sintomatología ansiosa. Ante situaciones estresantes que tenga que afrontar la persona, recurrirá inconscientemente a este hábito.

Pensamientos obsesivos

 La necesidad de liberación de la tensión mental por pensamientos repetitivos provoca que esta conducta les ayude a paliar y momentáneamente los pensamientos, porque provoca el efecto contrario que en la mayoría de casos, por lo que los afianza aún más.

Consecuencias

Para que el hecho de morderse las uñas se considere parte de un trastorno psicológico, este hábito tiene que provocar un malestar significativo a la persona que lo lleva a cabo y provocar un deterioro importante en algunas áreas de su vida.

Por un lado, las consecuencias más evidentes de la onicofagia son las que tienen que ver con la salud física. Morderse las uñas a menudo provoca efectos muy negativos en los dedos, como la aparición de infecciones, el dolor constante en las manos, la deformación de las uñas o incluso la creación de problemas bucales, como el daño de los dientes.

Además de esto, las personas con onicofagia a menudo sufren un importante deterioro en todas las áreas en las que existe un componente social. Esto se debe principalmente a dos factores: al estigma asociado normalmente con morderse las uñas, y a las emociones negativas del propio afectado, que puede sentir vergüenza por estar llevando a cabo un comportamiento que sabe que es negativo.

Si el trastorno no es tratado, y los síntomas siguen empeorando, la persona puede acabar aislándose socialmente, ya sea porque evita a los demás por su propia voluntad o porque sus seres queridos le acaban dando de lado.

Tratamiento de la onicofagia

No existe un tratamiento estándar para la onicofagia, pero la solución más común, barata y ampliamente disponible es aplicar un esmalte transparente y de sabor amargo a las uñas (normalmente benzoato de denatonio). De esta manera, el sabor tan desagradable desalienta el hábito de morderse las uñas y con el tiempo se reduce el comportamiento compulsivo.

Otra forma de abordar este problema es mediante la aplicación de técnicas de terapia conductual. La más utilizada es la técnica de inversión del hábito, un procedimiento terapéutico que busca desaprender el hábito compulsivo de morderse las uñas y reemplazarlo por otra práctica más constructiva y que incluye el entrenamiento para incrementar la conciencia de la conducta indeseada, la monitorización de los propios comportamientos, el entrenamiento en relajación y diversas técnicas motivacionales.

Otras técnicas como el control de estímulos, el uso de pulseras con mensajes recordatorios o los dispositivos de disuasión dental también se han utilizado en el tratamiento de la onicofagia. Además, en los últimos años se han realizado pruebas con el uso de medicamentos, como la n-acetilcisteína, aunque la evidencia de su eficacia es muy limitada.

Consejos para dejar de morderse las uñas

Lo primero es rebajar el estrés al que estamos sometidos. Intentar aliviar tensiones reducirá el nerviosismo y, por lo tanto, la necesidad de llevarnos as uñas a la boca. Además, debemos mantener las manos ocupadas (por ejemplo con una pelota anti estrés) o tomar caramelos para reducir el nerviosismo.

Por otro lado, embellecer nuestras manos, cuidarlas al máximo, pintarnos las uñas o utilizar anillos puede ayudarnos a recordar que debemos evitar este hábito.

Tapar los dedos con tiritas también nos puede facilitar el proceso. Por último, también existen productos que dotan a nuestras manos de un sabor y olor desagradable que nos ayudará a acabar con esta costumbre.