Mi hija Lila coleccionaba cajitas. Así fue como sus estantes se fueron llenando de torres con cajas de diferentes tamaños, formas y colores. A la vista eran muy bellas, porque formaban pilas distintas y atractivas. Cada cajita tenía escondido algo “importante”: piedras, caracoles, botones, figuritas, papeles, fichas, bolitas. Había una muy pequeña. La única que no tenía nada adentro, porque escondía secretos. Era la cajita de los miedos.

Podemos imaginar a nuestra mente como un montón de cajoncitos y cajitas con creencias acerca de todo, absolutamente todo:

  • Las sábanas se cambian los días Lunes.
  • Las mejores vacaciones son ir a la playa.
  • Los sueldos altos son para personas con título universitario.
  • Los que no saben inglés no tienen posibilidades de progresar.
  • Las aceitunas verdes son más ricas que las negras…
  • Los zapatos altos son más elegantes.
  • Los que no madrugan son perezosos.

Y así tenemos miles y miles de creencias. Algunas más potentes que otras.

Tenemos creencias arraigadas desde años, otras que van cambiando con el tiempo, y algunas que aparecen según las situaciones que vamos viviendo.

Los miedos: Interpretación

¿Y el miedo? El miedo es una emoción. Y como tal tiene un mensaje.

Viene a contarnos que estamos considerando algo que nos pasa o nos puede pasar con la interpretación de que lo que sentimos tiene un nombre: “miedo”. Y eso ocurre cuando frente a un hecho ponemos en una balanza dos creencias: las amenazas que percibimos y los recursos con los que contamos.

¿Alguna vez te imaginaste así al miedo? Estamos acostumbrados a leer al miedo como angustia, y en el cuerpo aparecen señales como: dolor de panza, latidos fuertes, transpiración, temblores, ansiedad.

Los miedos

¿Que es el miedo?

El miedo es una interpretación que hacemos cuando se desbalancea la interpretación de las amenazas y la interpretación de los recursos. Parece un trabalenguas… pero es desde el lenguaje que construimos todo lo que nos pasa. Y lo que no. ¿Cuántas veces nos quedamos sin hacer algo que queríamos por miedo? y ¿cuántas veces pospusimos algo por miedo?, o ¿cuantas veces dejamos de hacer algo para cuidarnos?

Hay un miedo que es funcional a nosotros, porque nos resguarda. Nos protege, nos cuida. Por ejemplo, cuando decidimos no cruzar el río a nado, no pasar de noche por un lugar desconocido, no tomar una medicación sin leer el prospecto. ¡Esos miedos son tan saludables y buenos! Nos garantizan nuestra supervivencia, nos dan alivio y son como una luz roja que nos mantiene atentos. Esas cajitas, las dejamos blindadas. Son imprescindibles para nuestra vida de hoy, para nuestro ahora.

Los miedos: Tipos

Pero hay otros miedos… los que nos limitan y no nos dejan avanzar que se transforman en obstáculos para nuestro crecimiento. Por ejemplo; miedo a ir a una entrevista de trabajo, miedo a hablarle a alguien, miedo a pedir un aumento, miedo a manejar.

En estos casos es diferente. Son miedos no funcionales. Son miedos que nos avisan que no estamos pudiendo algo. Pero si nos conectamos con el propósito profundo que tenemos, es necesario sobreponerse a esa creencia. Y buscar cómo cambiarla. Así, el miedo puede ser un motor para tus logros. Si escucharas tu voz, y te contaras que te pasa:

¿Cuáles son las amenazas que ves?

¿Cuáles son tus propios recursos?

¿Qué cambios necesitas?

¿Cómo podes subir tus recursos y bajar tus amenazas?

¿Como afrontarlo?

En estas preguntas está la clave para el cambio. Y aunque parezca difícil, casi imposible, está en vos lograrlo. Descubrirte y conocerte es el punto de partida: Desempaqueta tus creencias.

Ponele nombre a todo lo que te pasa. Al pan, pan y al miedo, miedo. ¿Miedo a qué? ¿Miedo a quién? O a todo caso: ¿A perder qué?

Para aprender hay que amasar los miedos y transformarlos en algo nuevo. Y a vos también en alguien nuevo. El miedo no se va, cambia y te transforma en alguien más vulnerable y más fuerte a la vez.

Los miedos se subordinan al que sabe enfrentarlos y son luces de giro que nos avisan por donde sigue el camino.

Cuando les pones nombre, ya no son anónimos. Estás aprendiendo y se restablece el equilibrio.

Amasas posibilidades y son harina para tu propio molino. Son como miguitas que arman tus pistas de regreso. Cuando llegas a lo más oculto de vos y haces brotar todo tu potencial, desarrollas tus recursos, tus habilidades, tus fortalezas.

Todas tus creencias, tus cajitas, tu estantería dependen de vos.

Querido Mi-edo:

Sin vos, jamás podría mejorar, ni encontrar cómo seguir adelante.

Gracias por ser revelador de senderos.

No hay atajos, hay pasos firmes.

Construyendo confianza.

Voy siendo valiente.

¿Y vos?

La humildad del miedo es la grandeza del coraje. Anímate, ¿qué miedo te está mostrando todo lo que tenés para aprender? Y también todo lo que estás por ganar. Mucho de lo que deseas está del otro lado del miedo.

La paradoja es que si lo enfrentamos nos deja fortalecidos como árbol de pie.