En nuestra primera parte hablamos de dos leyendas chinas maravillosas, en esta oportunidad conocerás otras que seguramente alguna vez escuchaste

Yue Lao y el hilo rojo del amor

La leyenda de Yue Lao y el hilo rojo es otra historia muy romántica de la tradición China. Esta historia tiene como mensaje que la persona de la que te enamorarás está destinada a ti y los une un hilo rojo que los mantiene unidos durante toda la vida, desde el momento del nacimiento y hasta la muerte de ambos.

Leyenda

Cuando Wei Gu se encamina a buscar a un amigo en tierras lejanas, un señor acaudalado decide organizar un encuentro con su hija para que la elija como esposa. El joven, también de familia acaudalada, acepta asistir al encuentro. En el camino se encuentra con un hombre, Yue Lao, que lee un libro misterioso. Al acercarse, Wei Gu se da cuenta que no entiende nada de lo que dice el libro.

Al preguntarle a Yue Lao de qué trata el libro, el viejo le dice que es acerca del amor predestinado. Wei Gu se ríe y lo reta a decirle con quien se casará. El viejo le señaló a una señora ciega pobre que cargaba con una niña de 3 años, y le dice que es esa niña con quien se casará cuando ella tenga 16 años. Wei Gu se siente ofendido ante eso y manda a asesinar a la pequeña niña.

Sin embargo, sus sirvientes no son capaces de cometer el crimen y solo le dejan una marca. Años después Wei Gu se casa y al preguntarle sobre su pasado y su peculiar cicatriz, ella le cuenta que la tiene desde los 3 años. Cuando Wei Gu investigó sobre el pasado de su esposa, se entera que se trata de la niña que el viejo Yue Lao le había señalado.

La leyenda de los cuatro dragones

El dragón es un animal mitológico de gran popularidad en China, siendo un ser profundamente asociado a la cultura y vinculado a las lluvias y al río. Además de la leyenda de la perla del dragón estos seres forman parte de otras muchas, incluyendo algunas que hacen referencia al origen de los principales ríos de China.

Dice la leyenda que antiguamente no existían ríos ni lagos en China, sino únicamente el mar. En él vivían cuatro grandes dragones: el Negro el cual adoraba volar por el aire, el Perlado el cual era dueño del fuego, el Amarillo enfocado en la tierra y el Gran Dragón que adoraba el agua.

Estos seres volaban y eran felices, hasta que un día vieron como en la tierra los seres humanos suplicaban a los dioses por la lluvia, sin la cual no podrían obtener cosechas para alimentarse. Los dragones, apenados, decidieron acudir al Emperador de Jade y le pidieron que hiciera llover. Este se irritó por su intromisión, pero prometió hacer llover al día siguiente y les dijo que volvieran al mar.

Sin embargo ni al día siguiente ni muchos días después cayó una sola gota de lluvia, algo que aumentó la desesperación de la humanidad. Los dragones se entristecieron ante la falta de actuación del emperador y su despreocupación para con el hombre. Visto que el emperador no iba a hacerlo, los dragones decidieron pasar a la acción. El Gran Dragón propuso tomar el agua del mar y arrojarla desde el cielo para regar los campos, algo que los cuatro hicieron con premura.

Pero el dios del mar avisó al emperador de Jade, que se enfureció al no haber contado con su permiso y mandó apresar a los dragones. El emperador ordenó al dios de las montañas que pusiera una montaña sobre cada uno de ellos con el fin de aprisionarlos por siempre. No arrepintiéndose de sus actos, los dragones se transformaron los ríos Yangtzé, Heilongjiang, Huanghe y Zhujiang

Leyenda del Pastor y la Tejedora

Unos ancianos que nacieron en aquel país, hace muchísimo tiempo vivía un pastor, quien día tras día cuidaba a su rebaño afanosamente.

Una tarde, una de sus vacas se perdió e hizo que el campesino corriera a buscarla. Ahí fue donde encontró a una bellísima tejedora, de quien se enamoró.

Leyenda

Lo que él ignoraba es que ella en verdad era una Diosa que quería dejar su investidura, para vivir como una simple mortal en la Tierra, se casaron y de esa unión nacieron dos niños sin embargo, en el cielo la Diosa Wang Mu se opuso a esa unión, y le ordenó a la tejedora que regresara a su hogar.

Por su parte, el pastor se puso demasiado triste puesto que no sólo perdería el amor de su mujer, sino que también dejaría de ver para siempre a sus pequeños.La dama y sus vástagos se comenzaron a elevar por el cielo, mientras el pastor iba corriendo hacia lo alto de la montaña, con la intención de alcanzarlos.

Fue entonces cuando Wang Mu, vio que la persistencia del hombre era inagotable y por tal motivo tomó la decisión de colocar un río muy ancho que separara a la pareja.A partir de ese momento, los dos seres quedaron ubicados en los extremos de lo que conocemos como Vía Láctea. El único momento del año en el que el pastor y la tejedora pueden reunirse es en el séptimo día del séptimo mes del calendario chino.

Esa celebración es muy popular en aquella nación, pues les recuerda a los lugareños que no hay distancia que pueda acabar con el amor verdadero.

El conejo de Jade

Cuenta la leyenda que tres dioses bajaron a la tierra y cambiaron su imagen para parecerse a tres pordioseros. Estos pidieron comida a los transeúntes. El zorro y el mono les dieron alimentos robados, pero el conejo al no tener nada que ofrecerles, dijo, -¨Si tienen hambre, pueden cocinarme y comerme a mí¨. Al instante saltó al fuego y se cocinó. Los tres dioses se conmovieron y le premiaron con vivir eternamente en el palacio de la luna y así nació el conejo de jade, acompañando a Chang’e, la diosa que lo habita. Desde entonces, el conejo de jade se convirtió en una parte de la luna y en la literatura china es considerado un sinónimo o encarnación de ésta.