La tos ferina

La tos ferina es una infección de las vías respiratorias sumamente contagiosa. En muchas personas se caracteriza por una tos seca intensa seguida de sonidos agudos al inhalar que parecen chillidos.

Antes de que se desarrollara la vacuna, la tos ferina era considerada una enfermedad de la infancia.

La tos ferina

Ahora la tos ferina afecta principalmente a los niños que no han completado el esquema de vacunación y a los adolescentes y adultos que han perdido la inmunidad.

Las muertes asociadas a la tos ferina son muy poco frecuentes pero ocurren frecuentemente en bebés. Por eso es tan importante que las mujeres embarazadas, y otras personas que van a tener contacto directo con el bebé, se vacunen contra la tos ferina.

Síntomas

Una vez que te contagias con tos ferina, los signos y síntomas demoran unos 7 a 10 días en aparecer, aunque a veces puede ser más tiempo. Por lo general son leves al principio y se parecen a los del resfriado común:

  • Moqueo
  • Congestión nasal
  • Ojos enrojecidos, llorosos
  • Fiebre
  • Tos

Luego de una semana o dos los signos y síntomas empeoran. La mucosidad espesa se acumula en las vías respiratorias y causa una tos incontrolable. Los ataques graves y prolongados de tos pueden:

  • Provocar vómitos
  • Volver el rostro enrojecido o azulado
  • Causar fatiga extrema
  • Terminar con un sonido silbante y chillón agudo al inhalar aire

No obstante, muchas personas no presentan el característico sonido chillón. A veces, una tos seca persistente es el único signo de que un adolescente o adulto tiene tos ferina.

Los bebés puede que no tosan en absoluto. En cambio, puede que se les haga difícil respirar o incluso dejen de respirar temporalmente.

Etapas de la enfermedad

  • Periodo de incubación: Dura entre 1-2 semanas. En este periodo el paciente no suele presentar síntomas.
     
  • Periodo catarral o de inicio: Dura 2 semanas con síntomas catarrales inespecíficos: rinitis, estornudos, febrícula (si la hay), lagrimeo, tos leve, seca e irritativa, que se va haciendo cada vez más intensa, de predominio nocturno y que puede provocar vómitos. La tos comienza a ser en accesos provocados por el mínimo estímulo.
     
  • Periodo de estado convulsivo o asfíctico: Dura unas 4-6 semanas. La tos se vuelve paroxística o convulsiva en accesos o “quintas”. El enfermo, encontrándose bien, nota que va a tener un acceso, realiza una inspiración profunda y comienza con una tos a golpes, ininterrumpida, atropellada, que dificulta la respiración, por lo que el niño estira la cara y el pecho hacia delante, saca la lengua, se va poniendo colorado, cianótico y con ojos llorosos y tiene una gran sensación de angustia.
     

Al terminar la crisis aparece una inspiración ruidosa (al pasar el aire por una faringe muy estrecha) que es lo que se llama “gallo” de la tos ferina. En este momento la tos va cediendo y al final de acceso se expulsa un esputo mucoso blanquecino y con mucha frecuencia vómitos. El enfermo está agotado. El número de “quintas” diarias y su intensidad varían dependiendo de la agresividad del germen, así como del carácter del paciente (más frecuente en nerviosos e irritables).

Tras unos días la cara está abotargada, edematosa y con los párpados hinchados. Debido a las “quintas” de tos pueden aparecer pequeñas hemorragias subconjuntivales, petequias en cara, epistaxis, pérdida de conciencia (si la apnea o falta de respiración es prolongada, ulceración en el frenillo de la lengua (al golpearse con los dientes), incontinencia de orina, prolapso rectal, etc.
 

  • Periodo de convalecencia o remisión: Dura entre 1-3 semanas. Las “quintas” se van haciendo menos frecuentes hasta desaparecer. Pueden aparecer nuevas crisis de tos convulsiva después de varios meses, ante la presencia de un catarro banal.

Prevención

La vacuna contra la tos ferina es la opción más eficaz para controlar la transmisión de la enfermedad en la población. Aun así, ni la inmunidad que ofrece la vacuna ni la inmunidad natural aportan una protección duradera.

Según la AEP, en los últimos años se ha producido una reemergencia de la tos ferina en los países con altas tasas de vacunación. El aumento de la incidencia se ha producido en bebés menores de seis meses y en adolescentes y en adultos. En los primeros, el motivo es que por su edad todavía no han sido vacunados; en los segundos, la razón es porque ha disminuido su inmunidad debido al tiempo que ha transcurrido desde que recibieron la vacuna o porque han padecido alguna enfermedad que les ha debilitado.

Debido al brote que se ha producido en los lactantes menores de seis meses, desde la AEP recomiendan vacunarse a cualquier adolescente o adulto que esté o vaya a estar en contacto con el bebé:

  • Padres.
  • Abuelos.
  • Contactos domiciliarios.
  • Personal sanitario.
  • Cuidadores de guarderías.

Desde la sociedad explican que la vacunación de todos los futuros contactos domiciliarios de los bebés que vayan a ser amamantados hasta los seis o doce meses de edad debe realizarse, al menos, dos semanas antes del nacimiento del bebé.

Para proteger a un bebé desde el momento de su nacimiento, se recomienda la vacunación de todas las mujeres gestantes a partir de la semana 27 de embarazo, con el fin de transferirle anticuerpos a través de la placenta.

Diagnóstico

El diagnóstico de la tos ferina en sus etapas iniciales puede ser difícil porque sus signos y síntomas se parecen a los de otras enfermedades respiratorias frecuentes, tales como el resfrío, la influenza o la bronquitis.

A veces, los médicos pueden diagnosticar la tos ferina solo preguntando los síntomas y escuchando la tos. Las pruebas médicas pueden ser necesarias para confirmar el diagnóstico. Tales pruebas pueden ser las siguientes:

  • Una prueba de cultivo nasofaríngeo. El médico toma un hisopado o muestra por succión de la región donde se unen la nariz y la garganta (nasofaringe). La muestra luego se analiza para buscar evidencias de la presencia de la bacteria de la tos ferina.
  • Análisis de sangre. Se toma una muestra de sangre y se la envía al laboratorio para comprobar la cantidad de glóbulos blancos, dado que estos ayudan al cuerpo a combatir las infecciones, tales como la tos ferina. Un recuento alto de glóbulos blancos, generalmente, indica la presencia de una infección o de una inflamación. Este es un análisis general, no específico para la tos ferina.
  • Una radiografía de tórax. El médico puede solicitar una radiografía para ver la presencia de inflamación o de líquido en los pulmones, lo que ocurre cuando la tos ferina y otras infecciones respiratorias se complican con neumonía.

Tratamiento

Los bebés por lo general son internados para recibir tratamiento porque la tos ferina es más peligrosa en ese grupo etario. Si tu hijo no puede retener los líquidos o los alimentos, puede necesitar administración intravenosa de fluidos. Tu hijo también será aislado de otros para evitar que la infección se propague.

El tratamiento para los demás niños y adultos por lo general puede realizarse en la casa.