Debemos creer en la existencia de algo más después de la muerte física, según cada religión, creencias o experiencias que hayamos tenido. Hasta se filmó una película en el año 2003 acerca del tema, que lleva por título ’21 gramos’ y que fue dirigida por Alejandro González Iñárritu.

Duncan MacDougall, un renombrado doctor en biología, postuló que el alma tenía que tener una masa o sustancia medible. Esta sustancia se desprende del cuerpo al momento de la muerte, y por lo tanto la pérdida de peso debe ser medible.

Una vez determinado que cada persona perdía como media esa cantidad de gramos, el siguiente paso era averiguar cuál era la causa.

A lo que el doctor MacDougall en lugar de buscar respuestas científicas y pruebas que demostrasen que podía ser debido a la pérdida de fluidos corporales. Incluso del aire o gases contenido en el organismo una vez exhalado. Prefirió tirar por el camino de la creencia religiosa y avalar la teoría de que los seres humanos poseemos alma.

21 gramos:

Cabe destacar que finales del siglo XIX y las primeras décadas del XX fue una época en la que tuvo una gran influencia el espiritismo. Y todo lo relacionado con los temas paranormales sobre almas, muerte y el más allá.

El doctor Duncan MacDougall dio a conocer sus conclusiones a través de un comunicado a la prensa a principios de 1907, por lo que  The New York Times publicó un artículo titulado ‘Soul has weight, physician thinks’ (El alma tiene peso, el facultativo piensa) el 11 de marzo de aquel mismo año, haciéndose eco del ‘descubrimiento’ del médico.

CURIOSIDAD

Como nota curiosa cabe destacar que el propio Duncan MacDougall hizo el experimento con quince perros, a los que pesó antes y después de morir, no dándole apenas variación en el peso, por lo que determinó que los perros no tenían alma, otro de los mitos también ampliamente difundido y rebatido en su día por el también médico Augustus P. Clarke.

Quien apuntó que las conclusiones de su colega eran erróneas debido a que en el momento de la muerte se produce un repentino incremento de la temperatura corporal a causa de que los pulmones dejan de enfriar la sangre y que el consecuente incremento de la sudoración podría explicar fácilmente los 21 gramos de menos defendido por MacDougall, además de que hay que tener en cuenta que los perros carecen de glándulas sudoríparas por lo que no es de extrañar que el peso de estos animales no sufriera ningún cambio súbito en el momento de morir.

Yo particularmente, creo en la existencia de un Alma, creo que el cuerpo físico cuando muere se materializa en otra cosa. Lo importante es vivir como digo siempre con la mayor felicidad posible. La vida es un regalo. Tanto la vida como la muerte son misterios y valen la pena experimentarlos.

Hay una fuerza inexplicable que nos mueve.