Juzgar a una persona, porque? : La sociedad está repleta de cosas que son de determinada manera y no sabemos porque. Simplemente están y las respetamos y hasta defendemos sin quizás entender el motivo. Supongo que podríamos llamarlo “acuerdo social”, no lo sé bien en realidad. Podríamos hablar de los acuerdos sociales como normas tácitas. Estas normas responden a distintos códigos: de habla, vestimenta, gustos musicales, ideologías políticas y actitudes. A estos grupos los podemos llamar estereotipos, y cada uno de ellos tiene una forma de actuar, vestir y hablar muy distinta a pesar de compartir ciudades.

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La gente se agrupa según sus preferencias

pero la pregunta que yo me hago es: ¿Elegimos los estereotipos, o ellos a nosotros? La respuesta sería que la elección es nuestra. Pero es influenciada por lugar de residencia, amistades, realidad económica y social, etc.

Es muy común, y no por eso positivo, que la gente se enfrente a partir de estos grupos. A veces es un enfrentamiento mental, como una barrera, y otras veces se manifiesta más claramente.

Y es ahí donde nos encontramos con el tema que queremos tratar. ¿Por qué juzgamos al otro? ¿Es nuestro grupo mejor, y el de ellos peor? ¿Realmente somos nosotros y ellos?

Las personas suelen mirar con malos ojos a quienes no comparten sus mismos gustos. Temas como política, religión, deporte y música, dividen a la sociedad de maneras muy extremas. A tal punto de generar discusiones acaloradas al respecto.

Cuando juzgamos a una persona, estamos asumiendo cosas basándonos en lo que vemos. La vestimenta suele ser uno de los factores más utilizados para elaborar un juicio sobre alguien que no conocemos. Y es entonces cuando juzgamos. No entendemos bien porque, pero toda la gente que se viste de tal manera, es esto, o lo otro. Y siempre, está mal, nos desagrada.

Muchas veces nosotros mismos estamos comportándonos de la forma que nos produce rechazo, sin darnos cuenta.

¿Quién, alguna vez, no termino diciendo para sus adentros “Como me equivoque con esta persona, lo juzgué mal”?

Cuando juzgamos a alguien, es porque su forma de ser, vestir, actuar, o hablar, no se condice con lo que nosotros aprobamos.

Lo medimos con nuestra vara de valores. Utilizando ese razonamiento, sería lógico que mucha gente nos caiga mal. Es difícil encontrar siempre, personas parecidas a nuestra forma de ser. Inclusive dentro de un mismo grupo de gente o estereotipo, no todos piensan igual, y probablemente juzguen a otras personas con una vara distinta.

Muchas veces somos juzgados porque no se llego a entender cómo nos quisimos mostrar. Dimos una impresión errónea de lo que en realidad somos, y eso es difícil de revertir. Siempre que estamos juzgando a alguien, debemos recordar que probablemente ese alguien ya nos haya juzgado o esté haciéndolo en ese instante. Todo lo negativo que podríamos estar pensando de esa persona, casi sin fundamentos, puede estar siendo pensado de nosotros.

Uno de los puntos clave a la hora de preguntarnos por qué juzgamos al otro, es la competencia. Cuando uno es competitivo suele juzgar más a los demás, con la intención de encontrar sus fortalezas y debilidades. Si bien el estereotipo dice que las mujeres compiten entre ellas por su forma de vestir y su peinado (a ver quien está más linda), los hombres también lo hacen. Es la principal competencia social. Luego se compite por dinero, status o puestos de trabajo. Todo suma para ser un poco mejor que el otro.

Este tipo de pensamiento suele traernos problemas a la hora de relacionarnos, sobre todo si confiamos en la persona equivocada. Uno puede pensar para su fuero interno algo de alguien más, el problema comienza cuando ese pensamiento se expresa a la persona equivocada, y ésta lo divulga. Todos comenzaran a pensar que somos falsos, que hablamos por las espaldas y eso no cae bien, independientemente de que la mayoría lo haga, ellos no fueron descubiertos.

Juzgar a una persona es un acto apresurado.

Se sacan conclusiones de un ser humano por su forma de vestir, o caminar. Muchas veces esas conclusiones están equivocadas. ¿Cuántas amistades se formaron con la frase “Sabes que antes pensaba esto de vos, pero ahora ya no”?

Es preferible conocer gente con una actitud expectante. Dejarse sorprender es siempre más grato que juzgar y luego arrepentirse. Porque una vez que las palabras salen de la boca, no pueden volver. Ya causaron el daño. Y a veces este puede ser irreversible.

Nadie es perfecto, todos tenemos defectos y virtudes, lo importante es lo que hacemos con ellos.

Juzgar es tan injusto como ser juzgado. Es preferible siempre esperar lo mejor de la otra persona, porque si lo esperamos, probablemente salga a la luz.