El elástico de la bombacha: Hay cientos de ejemplos y de maneras en que los psicólogos y expertos intentan explicar el fenómeno del estrés en nuestro cuerpo. De hecho, yo misma al tomar algunas sesiones de terapia escuché hablar de las ecuaciones que se hacen con la finalidad de explicar que el estrés es una deuda que nuestro cuerpo le factura a nuestra ansiedad y a nuestra locura por querer abarcar más de lo que podemos.

El elástico de la bombacha

Pero de pronto me encontré mentalmente buscando un ejemplo que fuera algo más cotidiano y que permitiera que todos podamos comprender. Así nació  “El elástico de la bombacha”.

¿Quién no tuvo alguna vez una bombacha a la que se le estire el elástico? Y cuando se trata de una de tus prendas favoritas es ¡una tragedia!

Solo hay dos alternativas: o cambiar el elástico, si es posible; o tirar la prenda y reemplazarla por otra.

Claramente es algo bastante fácil de solucionar; pero cuando ese elástico se trata de nuestro cuerpo sometido a los estiramientos en largos periodos de tiempo y por mayor longitud de la que tiene capacidad para estirarse, es cuando nos encontramos con el elástico estirado.

Hablo de esas interminables noches sin dormir atravesando situaciones complicadas de la vida, ya sean de enfermedades de un ser querido, un insomnio a causa de una hipoteca, trabajos forzados contra reloj que no nos dan en las 24 hs diarias el tiempo necesario de descanso.

Y nuestra mente nos consuela con: ”Un poquito más, ya falta poco, ya falta menos.”

Obviamente dichas situaciones son límites y  nos exigen un desgaste que a la larga nos pasará factura.

Si bien es cierto que hay situaciones límites siempre a lo largo de la vida, hay maneras de evitar que el elástico  “de nuestro cuerpo” se eche a perder.

Debemos tener la capacidad de interpretar cuando estamos frente a estas situaciones y buscar alternativas, buscar ayuda.

La mayoría de las personas recurren a la queja, pensando que con quejarse se van a desahogar y todo estará mejor. Si bien desahogarse es importante, no es lo único que se puede hacer.

Tiene que existir alguna persona en el mundo a quien podamos recurrir y contarle nuestra necesidad.

Nuestra humanidad nos lleva a hacer balances en los momentos difíciles. Quién está y quién no cuando las papas queman. Pero esto ¡es un error!

Cuando atravesamos esos desiertos debemos aprender que algo muy valioso es la comunicación. Si estuviéramos perdidos en algún lugar lo primero que intentaremos sería utilizar nuestro teléfono móvil para comunicarnos con alguien que nos rescate. De la misma manera sucede cuando estamos atravesando situaciones delicadas.

Necesitamos establecer buena comunicación, y en forma directa y concisa.

Expresar lo que necesitamos que otra persona haga,  hará que la carga sea repartida. Es lo que sería aflojar el elástico para que descanse.

Alguna vez escuché a alguien decir: “quien hace algo puede equivocarse; quien no hace nada, nunca se equivoca.”

Pero muchas veces hay personas que no hacen nada porque nadie les dice “qué hacer”.

¿Alguna vez te sucedió algo así? ¿ o solamente yo tuve esas experiencias?

¡Cuéntenme, no me dejen sola!

¡El elástico de la bombacha tiene una segunda parte!