El viento…

Podemos conectarnos con una fuerza básica de la naturaleza centrándonos en el elemento esencial; el viento. Comenzamos centrándonos en nuestra respiración. Inhalamos la fuerza que da vida. Sentimos que nos llena y luego la liberamos en el mundo para dejar que nuestro aliento se mezcle con el aliento de la naturaleza. 

La imaginación como herramienta

Si no podemos sentir el viento ahora, podemos recordar tiempos en que el viento nos ha enviado regalos de caricias sobre la piel desnuda. Momentos en los que ha movido nuestra ropa y ha jugando con nuestro cabello. Podemos evocar sonidos transmitidos por el viento, quizás risas o canciones. Quizás sólo susurros propios de el, a través de los árboles o a través del paisaje de nuestros oídos. 

Podemos citar una imagen de flores u hojas que caen de arriba, colores vivos puestos en libertad con el estímulo del viento. Podemos imaginar las aves que flotan en corrientes invisibles, o banderas y barriletes desplegados en la brisa. El olor de una brisa marina puede venir a la mente. Los aromas de golosinas recién horneadas o floraciones fragantes que nos llegan desde la distancia.

 

el viento

A medida que estos recuerdos avivan nuestros sentidos, estamos sintiendo la fuerza vital que nos rodea y nos anima. Podemos mirar a los árboles para influir en el tiempo con el ritmo de la naturaleza. Sabemos que la naturaleza tiene un gran poder.

El viento puede incluso hacer que dancemos. Con un suave suspiro, el viento ha llevado a marineros a tierras lejanas ya globos a grandes alturas. Podemos confiar en el viento para llevar nuestras voces y mejores deseos hacia el universo. Teniendo la certeza, que será llevado sin duda a su destino perfecto.

 Liberando estas preciosas ofrendas a su cuidado, recordamos que el poder de la naturaleza está tan cerca como nuestra respiración. Respiramos profundamente una vez más, antes de regresar al mundo que nos rodea..