Amor al prójimo ¿sigue estando de moda?: Creyentes y no creyentes, todos debemos amar al prójimo. Pero ¿sabemos qué significa esto? Humanos, carne y hueso, una mente que puede discernir entre el bien y el mal.

No estamos solos, estamos en constante evolución. Y convivimos separados por habitáculos propios, con nuestras familias. Tenemos amigos, conocidos, vamos a la iglesia y rezamos lo que nos pide el sacerdote, pastor, o cómo sea el nombre del predicador, según cada religión.

amor al projimo

Lo cierto es que nos sentimos santificados, llenos del espíritu de Dios.

Salimos del santuario, nos dirigimos a nuestro coche, y de repente se nos presenta una señora vestida precariamente, con sus zapatos rotos, sin abrigo, a pesar del frío invierno. Se nos acerca y nos pide una moneda. Hasta aquí, quizá sea una situación normal que muchos hemos pasado, pero, ¿cómo termina la secuencia? La mayoría sacará una par de monedas (literalmente), se las dará de lejos, se subirá a su coche, con su abrigo, sus guantes y su gorro. Y se olvidará inmediatamente de la señora que acaba de cruzar.

Lo cierto es que, nos han predicado del amor al prójimo, y creemos que un par de monedas hemos hecho la obra de bien del mes. Pero no es así. No es que tengamos que despojarnos de nuestras vestiduras para dárselas a la señora, ni que tengamos que vaciar nuestros bolsillos, ni darle las llaves de nuestro auto y volvernos de a pie, sin dinero y muertos de frío. No es eso.

Simplemente deberíamos intercambiar unas palabras con ella, regalarle una bufanda de las tantas que tenemos, buscar algunos billetes para que pueda comer algo rico y caliente, preguntarle si tiene vivienda, darle una palabra de aliento y pedirle que se acerque a la iglesia, a Dios, darle su palabra con calidez y mostrarle que la piedad, la esperanza en la humanidad existen.

¿O acaso no somos todos hijos de un mismo Dios?

Y si rezamos en el templo, si damos nuestro diezmo, si saludamos al que está sentado a nuestro lado; si cantamos alegres y sentimos la mano del todopoderoso rozando nuestro ser; ¿no sería bueno obrar con el ejemplo? Si se nos presenta la oportunidad de ayudar a quién más lo necesita; no podemos mirar hacia un costado, debemos actuar de la mejor manera; apoyando la palabra que hemos escuchado y esparciendo el mensaje a cada ser humano.

El prójimo es el que más nos necesita.

Es esa señora que pide monedas, el joven que no puede salir de las drogas; el adulto que se alcoholiza para olvidar su rutina, el niño al que le hacen bullying en la escuela; El gatito que se trepó en la copa del árbol y no se anima a bajar. Y ese alguien puedo ser yo, puedes ser tú, o el que está allí detrás.

Amar al prójimo, no es una linda frase de la Biblia; es una realidad que todos podemos lograr al ayudar a alguien en un difícil trance. Una persona, una gatito; un perro… la planta que mamá cuidaba tanto y ahora se está por secar.

Todos podemos ser ese alguien que necesite ayuda en algún momento. Por eso; si estás hoy de paseo y ves a un gatito en apuros; dale una mano, mañana alguien lo puede hacer por ti.

Amor al prójimo !!